Estallido de color

"¡Risas, color, luz y sonido!" (léase cantando), reza el estribillo de uno de los pegadizos temas de Bodas y prejuicios, comedia musical dirigida por Gurinder Chadha; cuatro palabras que muestran a la perfección su espíritu. Hacía mucho tiempo que no se veía tal estallido de color en una película, quizá desde las producciones en cinemascope dirigidas por Vincente Minnelli en los años cuarenta y cincuenta (El pirata, Brigadoon, Kismet, Gigi...), cintas con las que Bodas y prejuicios comparte la ausencia de pretensiones más allá del puro divertimento, la importancia primordial de la música y los bailes, el cuidadísimo vestuario y las ansias de romanticismo.
La divertida, espectacular por momentos, algo simple en otros, película de Chadha, directora de Quiero ser como Beckham (2002), es un lujoso musical de la India (cuya poderosa industria es conocida como Bollywood) pasado por la batidora del Hollywood clásico. Así, aunque las producciones indias suelen acercarse a las tres horas, aquí no llegamos ni a las dos, y el ritmo es mucho más vivo.
BODAS Y PREJUICIOS
Dirección: Gurinder Chadha. Intérpretes: Aishwarya Rai, Martin Henderson, Naveen Andrews, Namrata Shirodkar. Género: comedia musical. Reino Unido, EE UU, 2004. Duración: 110 minutos.
El tema, inspirado en Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, pero ambientado en la actualidad, es tan antiguo como el chica encuentra chico, chica pierde chico, chica recupera chico, modernizado por los anhelos de buena parte de las mujeres hindúes de ir diciendo adiós a los matrimonios concertados para dejar paso a la libertad de cariño. De este modo, los habituales enfrentamientos entre generaciones se mezclan con la confrontación de mentalidades entre Oriente y Occidente.
Conscientes de que su historia está muy cerca del culebrón y de que la cursilería andaba al acecho, Chadha y su guionista han tomado una decisión arriesgada, pero efectiva: en lugar de andarse con remilgos recortando las dosis de almíbar para no atravesar la raya del ridículo, se han pasado tres pueblos para sumergirse directamente en la postalita y reírse de su propia extravagancia, algo que puede provocar carcajadas no precisamente cómplices si no se toma la debida distancia. Con un reparto femenino que provocará debates sobre la hermosura de la mujer hindú, Bodas y prejuicios se presenta así como un habilísimo producto bien concebido para el gran público.
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