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Savater entremezcla las aventuras y las reflexiones en su última novela

'El gran laberinto' es "un punto de partida" para leer otras obras

"Es una novela de aventuras, pero también pretende resultar útil y hacer reflexionar al lector". Fernando Savater (San Sebastián, 1947) definió ayer con estas palabras su obra El gran laberinto (Ariel), en la que trufa las historias fantásticas con cuestiones de actualidad, como "el terrorismo, la ciencia al servicio de la guerra, el totalitarismo o la violencia contra las mujeres", aunque siempre en clave de relato.

Savater no quería dejar de presentar El gran laberinto en su ciudad natal, entre otras razones porque el título rinde homenaje a una de las viejas atracciones del parque donostiarra de Igeldo. "Fue mi primera casa del miedo", recordó ayer el escritor, quien sitúa el arranque de su libro en un estadio de fútbol que los espectadores que acuden a presenciar uno de tantos partidos del siglo no abandonan.

Para intentar rescatar a los adultos encerrados, los jóvenes protagonistas de la novela deben reunir las ocho letras de una palabra clave que ignoran. Su búsqueda les zambulle en un viaje en el que se topan con personajes de ficción como Don Quijote, figuras históricas como Denis Diderot, impulsor de la Enciclopedia, y hombres más cercanos a nuestro tiempo como el filósofo checo Jan Patocka, portavoz en su día de la Carta 77 contra la dictadura comunista.

¿Es entonces una novela para jóvenes eruditos? "No. Los personajes salen dentro de una aventura, de manera que si el lector no los conoce, no pasa nada", dijo Savater.

En cualquier caso, el autor ha añadido al final del libro unas breves explicaciones sobre quiénes son esos personajes. Y es que al escritor donostiarra le gusta que sus obras supongan "un punto de partida" y no de llegada, a fin de que se abra al lector la posibilidad de leer otros textos.

Savater admite que para él ha significado un reto entremezclar en El gran laberinto las aventuras con asuntos de actualidad de "una forma natural". Para ello, el escritor se ha valido de "las pautas de los juegos de rol y de los videojuegos".

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