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INFORME DE LA INSPECCIÓN EN 2003 | MORTALIDAD HOSPITALARIA

Discrepancias sobre los fármacos, pero ninguna evidencia de mala praxis

Los inspectores que revisaron los fallecimientos en el Hospital Severo Ochoa en julio de 2003, por orden de la Consejería de Sanidad, destacaron en su informe que la asistencia de los ciudadanos al servicio de Urgencias había ido aumentando paulatinamente (un 20,8% entre 1999 y 2002), y que el número de fallecimientos en ese servicio había aumentado proporcionalmente.

El informe señala: "Dado que en ocasiones existen dificultades para el ingreso de los pacientes por el limitado número de camas y la elevada cifra de población tributaria, lógicamente esta circunstancia tiene que repercutir en el número de éxitus [muertes] que acontecen en Urgencias".

Un informe anterior de la Comisión de Mortalidad del Severo Ochoa ya destacaba sedaciones no indicadas o excesivas, pero los inspectores señalan sobre él: "No se explica el porqué de las conclusiones, es decir, qué les lleva a entender la no indicación del tratamiento sedativo, el tipo y/o dosis de los fármacos pautados y otras circunstancias". La revisión por los inspectores de la consejería "no permite apreciar objetivos distintos al de evitar al paciente sufrimientos [...] en vías a lograr un alivio sintomático a los pacientes cuya muerte se estima muy próxima en el tiempo".

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Los inspectores mencionan en su informe las diferencias de criterio que les manifestaron algunos médicos del hospital: "Existen discrepancias por parte de los facultativos [del servicio de Urgencias del hospital], así como por parte de los miembros de la Comisión de Mortalidad, respecto a la medicación y las pautas utilizadas".

Añaden: "Preguntado expresamente el personal entrevistado sobre si han encontrado algún caso en su práctica diaria que les hiciera considerar indiciario de mala praxis, manifiestan que en ningún caso. Esporádicamente, han podido encontrar algún paciente en el que no compartían la indicación clínica de la sedación aplicada". Estas discrepancias solían deberse al uso de Tranxilium, un sedante que algunos médicos prefieren usar porque su mayor vida media dificulta que el paciente se despierte en un momento crítico.

Los inspectores concluyeron que los casos en estudio eran "pacientes con muy severa patología, etiquetados de situación terminal"; que los tratamientos siguieron un consenso interno no escrito; que "no se han recibido quejas ni reticencias por parte de los familiares"; que la estructura del servicio de Urgencias "es adecuada, ya que permite un tratamiento digno del paciente terminal"; que "el control de dispensación y registro de estupefacientes existente hace muy improbable un uso ajeno a lo clínico". Y finalmente: "No se han encontrado razones objetivas inequívocas que hagan pensar en actuaciones médicas que puedan ser tributarias de tipificación disciplinaria por mala praxis".

El informe encargado al Comité de Ética del Hospital de Getafe concluyó el 1 de diciembre de 2003: "En todos los casos en que se indicó la sedación terminal el paciente cumplía los criterios clínicos adecuados. Por lo tanto el comité considera que no se vulneró ningún principio, se respetaron los derechos del paciente y no existió mala praxis".

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