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Cada año son demolidos 60 edificios protegidos, según los arquitectos

"La catalogación de edificios no es garantía suficiente para su conservación patrimonial, ya que el Ayuntamiento no la controla luego". Así opina Consuelo Martorell, presidenta de la Comisión de Patrimonio del Colegio de Arquitectos, que participó el pasado miércoles en el coloquio Patrimonio, tener o no tener, convocado por el Club de Debates Urbanos en el Círculo de Bellas Artes. Allí se puso de relieve que cada año desaparecen en Madrid unos 60 edificios protegidos, mientras otros 150 son descatalogados y pierden su protección.

"Ya no hay ediles que conozcan y amen Madrid", subrayaba, por su parte, el arquitecto Andrés Perea, ponente del debate. "Además, la obsesión de todo edil consiste en cambiar a toda costa ese Madrid que desconoce", añadía el también alarife Javier Alau.

Según el catedrático Javier Mosteiro, "los cambios de uso de edificios catalogados ponen en peligro su entidad", y citó cines como el Capitol y el Palacio de la Música, que verán pronto modificadas su morfología y funciones. Denunció, además, "la destrucción patrimonial de la sacramental de San Isidro, con excelente arquitectura y escultura del siglo XIX".

Ramón López de Lucio, catedrático de Urbanismo, destacó que "con la salida al extrarradio de las sedes de grandes bancos e instituciones, durante décadas enclavadas en el centro, Madrid se descarna de un componente vital de su ciudadanía".

Según el académico Pedro Navascués, "el Ayuntamiento y sus ediles" -entre los que, dijo, no hay diferencias de derecha o de izquierda- "tienden a concebir la ciudad como negocio". A juicio de José María Ballester, ex director del Patrimonio Cultural del Consejo de Europa, "el legado histórico es una forma de inteligencia del territorio, que genera un sentimiento de pertenencia también emocional relacionado con el interés general, hoy en crisis". "La esencia de Madrid es su pluralidad social", agregó, "pero hay quien se empeña en que sea otra cosa".

"Hay que reivindicar el patrimonio como activo cultural; cuando es respetado, se convierte también en activo económico de la ciudad", recordó Javier Mosteiro.

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