Visiones confusas

Hasta fin de mes queda tiempo para ver una curiosa exposición fotográfica sobre El mundo en que vivimos. En ella se juega a confundir la mirada. Nos descubre matices ocultos de las imágenes, siempre más complejas de lo que aparentan a primera vista. De esta manera, y en gran medida gracias al texto principal del catálogo, escrito por Ramón Esparza, lo que parece real es una ilusión creada en el estudio, y lo que resulta ficticio esta ligado a la realidad, aunque con truco. Esta ilustrativa muestra la encontramos en la planta baja del centro cultural Koldo Mitxelena de San Sebastián. Sus protagonistas principales son el francés Philippe Ramette (Paris, 1961) y el alemán Oliver Boberg (Herten, 1965).

El primero de ellos nos presenta fotografías que en ningún caso han sido manipuladas, aunque a primera vista, tan acostumbrados como estamos a las simulaciones digitales, discutiríamos lo contrario. Y no es para menos cuando nos encontramos un personaje captado cuando sube la pared de lo que parece la sala de espera de una peluquería o el tronco de una palmera sin nada donde asirse. El protagonista de las fotos es el propio Ramette y el registrador de los momentos un fotógrafo colaborador. Dentro de ese universo, desde el que nuestro autor cuestiona los conceptos de percepción mayoritariamente aceptados, nos propone situaciones paradójicas y divertidas. Así se constata en Levitatión rationelle cuando le vemos flotar en el aire a modo de globo aerostático y sujeto a tierra por una liviana cuerda, o en su Contemplation irrationelle donde, sentado sobre un murete destartalado, observa con los brazos cruzados un paisaje de montaña girado noventa grados. Todo ello gracias a una serie de artilugios que él mismo construye para mantener su cuerpo en estas posturas y que descubre en la exposición.

En el caso de Boberg su trabajo se presenta formalmente desde una estética adherida a la tradición alemana, marcada por la neutralidad y el distanciamiento del sujeto (objeto) fotografiado. Pero este vemos lo que vemos, repleto de frialdad, adherido a nuestro aprendizaje visual, se cuestiona en estas obras. Guardando simplemente el estilo aceptado como Nueva Objetividad, se presentan las fotografías de unas maquetas donde lo que vemos nada tiene que ver con lo que creemos ver. Es decir, las entendemos como unas construcciones reales sin que lo sean. En definitiva, un montaje que nuestro autor pinta e ilumina para que, al igual que su contrapunto en la exposición, sea registrado con una cámara por un técnico de la herramienta.

Se trata de una brillante exposición para reflexionar tanto sobre el concepto de técnica y autoría en la disciplina fotográfico como de lo confuso e irreal que puede resultar el mundo que nos rodea.