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Alberto de Mónaco asume el poder ante la enfermedad de Raniero

El príncipe de 47 años se convierte en regente del minúsculo Estado mediterráneo

El príncipe Alberto de Mónaco, de 47 años, pasó ayer a ejercer como regente del principado. Sustituye temporalmente a su padre, el príncipe Raniero III, hospitalizado desde el 7 de marzo. Éste se halla desde hace casi una semana bajo respiración asistida y diálisis debido a importantes complicaciones broncopulmonares, cardiacas y a una insuficiencia renal aguda. "Ante la imposibilidad de mi padre para ejercer sus altas funciones, asumo en su nombre la plenitud de los poderes soberanos", dijo Alberto en un mensaje oficial.

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"El Consejo de Estado, convocado por el secretario de Estado, después de informar de ello al príncipe heredero, ha constatado que su alteza el príncipe Raniero III no está en condiciones de ejercer las altas funciones que son las suyas", rezaba el comunicado oficial en el que se anunció la regencia del príncipe. El Consejo de Estado, formado por siete miembros nombrados por el príncipe con un mandato de tres años, es el principal órgano consultivo del principado.

En su mensaje a los monegascos, el príncipe Alberto asegura: "En estos momentos particularmente difíciles para todos nosotros, deseo deciros hasta qué punto mis hermanas y yo mismo somos sensibles al apoyo que nos habéis transmitido. El estado de salud de nuestro padre sigue siendo muy frágil".

Alberto de Mónaco, único hijo varón de Raniero III y Grace Kelly, tiene en la actualidad 47 años y desde los 16 ha sido asociado por su padre a las tareas de gobierno, pues fue a esa edad cuando asistió por primera vez a una reunión del Consejo Nacional, el organismo legislativo del principado.

La formación del príncipe Alberto se ha desarrollado entre Francia y Estados Unidos. Su diploma en Ciencias Políticas es del Amherst College de Massachusetts y su mejor experiencia profesional en la empresa privada la desarrolló en la banca Morgan.

La imagen de Alberto de Mónaco ha aparecido asociada durante muchos años a la vida nocturna y al deporte. El príncipe ha mostrado una cierta querencia por las salas de fiestas y los bailoteos en compañía de modelos famosas, diversión que, visto el contumaz celibato de Alberto, ha pasado a ser presentada por algunos como una tapadera de idilios secretos. Bajo el sol, Alberto ha sido buen atleta, excelente futbolista, mejor nadador, tenista con estilo, judoca reputado o insólito corredor de bobsleigh, disciplina que le ha llevado a participar en cuatro ediciones de los Juegos Olímpicos de invierno. Hace ya algún tiempo, Alberto es miembro de la llamada familia olímpica, juega un papel importante en la dirección del equipo de fútbol del principado -el año pasado jugó la final de la copa de Europa- y mantiene una actividad importante como máximo responsable de la Cruz Roja en su país, una herencia directa de su madre, que capitalizó su popularidad mediática a favor de la citada ONG.

El príncipe Alberto ha representado internacionalmente a su país en varias oportunidades y, entre ellas, la que mayor repercusión tuvo fue la que le llevó a pronunciar en 1993 un discurso en Naciones Unidas con motivo del ingreso de Mónaco en dicho foro. La situación médica de Raniero III, operado del corazón en 1994 y 1999, y del pulmón en el 2000, ha forzado que en varios periodos fuese el heredero quien ejerciese, en la práctica, esa regencia que ahora se le atribuye legalmente.

El príncipe Alberto y  su padre, Raniero, en abril de 2002.
El príncipe Alberto y su padre, Raniero, en abril de 2002.ASSOCIATED PRESS

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