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Los bomberos españoles rescatan a un niño de 13 años entre los escombros de Indonesia

El muchacho permaneció más de dos días sepultado junto al cadáver de su hermano

Ana Carbajosa

A los bomberos españoles desplazados a Nias no se les quita la sonrisa de la boca. Su primera misión ha sido todo un éxito. Llegaron a la isla indonesia el miércoles por la noche, dos días después de que un terremoto de 8,7 grados volviera a castigar Sumatra y apenas tres meses después del maremoto que mató a 300.000 personas. Y rescataron a un niño entre los escombros. "Pasó 52 horas sepultado sin comer ni beber", cuenta Mariano Polo, bombero de Albacete.

Tras aterrizar en esta remota isla del Índico, en la que se teme haya 3.000 muertos, una familia acudió a los bomberos asegurando que se oían voces entre los escombros.

Los bomberos salieron corriendo junto a un médico y una enfermera, también españoles, de la organización Médicos del Mundo, hasta llegar a una montaña de cascotes. De un edificio de cuatro plantas se habían desplomado tres. Debajo de ellas estaba el superviviente: un chico de 13 años. No tenían herramientas para el rescate, pero los vecinos enseguida reunieron un generador -el temblor de tierra tumbó la mayor parte de los tendidos eléctricos de la isla-, una sierra radial y un mazo, y todos se pusieron manos a la obra. "Localizamos la voz y metimos un tubo para que pudiera respirar, una linterna para que tuviera luz y una botella de agua para que bebiera. Fuimos quitando hierros y ladrillos poco a poco. Fueron más de tres horas de trabajo. Él se fue moviendo y por fin vimos su cabeza. Salió tras pasar 52 horas sepultado sin comer ni beber".

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"No tenemos medicinas, ni siquiera un generador"

Quien relata satisfecho el rescate es Mariano Polo, un bombero de Albacete que, junto a Miguel Roncero, también miembro de Bomberos Sin Fronteras, y otros trabajadores humanitarios destacados en la zona devastada se desplazaron a Nias, poco después de tener noticia de la nueva tragedia.

"Nada más salir sonrió y dijo gracias en inglés. Fue muy emocionante", continúa Polo, quien se lamenta sin embargo de que el pie de otro niño se quedara asomando entre las ruinas sin que pudieran hacer nada. "Al parecer, era su hermano", apunta. El salvamento desató los aplausos, el griterío y los agradecimientos de los presentes, que se habían reunido con linternas en torno al edificio. "Encontrar a alguien vivo después de un terremoto y poder sacarlo es lo más bonito. Se te ponen los pelos de punta", afirma Roncero.

La jornada de ayer no fue, sin embargo, tan satisfactoria para el equipo español. Desmontaron una casa en la que creían podía haber supervivientes, pero en su lugar encontraron siete cadáveres. "Todos nos dicen que han oído voces, porque no pierden la esperanza", explica Polo.

Ahora, el muchacho rescatado por los dos bomberos españoles, ayudados por dos colegas noruegos, descansa en el hospital, aunque no tiene heridas graves. El centro médico ha quedado medio derruido. Los heridos yacen en el suelo y sólo los más afortunados tienen una colchoneta. Un hombre medio desnudo dormita rodeado de barro y con una pierna entablillada. Un familiar espanta las moscas de su herida. Al fondo hay una habitación con muebles tal y como los descolocó el temblor.

En una escuela se ha instalado otro consultorio improvisado en el que los heridos descansan sobre los pupitres. "La mayoría son fracturas. Anoche vino un hombre a las tres de la madrugada con heridas abiertas. Murió porque los helicópteros no vuelan de noche y no pudo ser evacuado", explica Sigid Wiganda, presidente de la plataforma de 16 ONG cristianas que ha montado el centro. Según Wiganda, el principal problema es la falta de agua y de comida. "Sólo tenemos algunas galletas, pero no es suficiente". Además, le preocupa que toda la ayuda se haya concentrado en la capital, Gunungsitoli, y al resto de la isla, de unos 5.500 kilómetros cuadrados, y en los que viven 740.000 personas, apenas han tenido acceso las organizaciones internacionales. Hoy está previsto que alcancen las costas de Nias varios navíos con ayuda humanitaria, según anunció anoche Naciones Unidas.

Sin agua potable

Los equipos de rescate continúan recuperando cadáveres de los edificios en Gunungsitoli. Al menos el 80% de ellos ha quedado dañado y se han declarado incendios entre los escombros. En la ciudad no hay agua potable y el agua embotellada se ha convertido en un tesoro. Las grietas surcan las carreteras y la población, temerosa de nuevas sacudidas -desde el lunes ha habido 25 réplicas de más de 5 en la escala de Richter-, instala tenderetes a las puertas de sus casas. Éste es el escenario que se encontró ayer el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, durante su visita a Nias.

[El Programa Mundial de Alimentos de la ONU estima que unos 200.000 habitantes de Nias van a necesitar ayuda para poder comer durante los próximo dos meses, informa Reuters.]

Bomberos de Singapur recuperan un cadáver, ayer en Gunungsitoli.
Bomberos de Singapur recuperan un cadáver, ayer en Gunungsitoli.REUTERS

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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