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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El padre Jony

Tiene 37 años, toca la guitarra y es cantante y compositor de un conjunto de rock, digamos, duro. Lo encontraréis por El Masroig, El Lloà o El Molà, los tres pueblos del Priorat de los que es rector. Se distingue fácilmente por sus melenas a lo Zappa, sus tejanos, la chupa de cuero y, eso sí, el clergyman que rodea su cuello y que lo distingue del resto de los mortales. Vive en la rectoría de El Masroig, en una de esas casas de piedra que pueblan la comarca, enormes y heladas si no se les instala un buen circuito de calefacción. Él es de los que pasan frío. No tiene mayordoma, pero sí una madre que, dice él, es la responsable de la decoración de su hogar: cruces, Vírgenes con el corazón en la mano, Cristos que atraviesan un desierto ofreciendo un pan y un cáliz, la foto del obispo... En realidad se llama Joan Enric Reverté, pero su nombre artístico es padre Jony, por el que también lo conocen sus feligreses. Hace tantos años que toca la guitarra eléctrica como que despertó su vocación religiosa.

Joan Enric Reverté, el padre Jony, hace tantos años que toca la guitarra eléctrica como que despertó su vocación religiosa

Que a un cura le apasione el rock duro me parece estupendo, como si quiere dedicarse al circo o a la cocina deconstruida. Pero me chocó verlo en televisión tocando rock con el clergyman; me recordó un tipo de sacerdote de quiero y no puedo; aunque, naturalmente, uno puede flagelarse delante de una foto de Escrivá de Balaguer y escuchar a Judas Priest en sus horas libres, o todo a la vez. ¿Qué le pasaba a este chico? ¿Vivía en una continua esquizofrenia o por el contrario el clergyman le daba el puntillo para salir a escena y comerse el mundo? Curiosa por naturaleza, el lunes de Pascua, consciente de que las obligaciones del rector en estos días señalados habían llegado a su fin, cogí el coche y aterricé en El Masroig.

Para entrar en El Masroig uno debe desviarse de la carretera nacional que va de Reus a Alcañiz, o eso es al menos lo que se indica a la salida de la primera ciudad. Claro que, antes de llegar a Alcañiz, el viajero pasa por otras poblaciones, como Falset, Móra, Gandesa, Corbera d'Ebre, Horta de Sant Joan... Es, al menos para mí, un paisaje deslumbrante, de tierra áspera y rocas escarpadas, algarrobos y olivos de tronco torturado, almendros esparcidos entre campos de vid, muchos cañizos y de vez en cuando algún bosque de pinos que sorprende por su verdor. Es en uno de estos bosques donde se sitúa El Masroig. Está a pocos kilómetros de Falset y, aunque administrativamente pertenece a la comarca del Priorat, sus vinos están dentro de la denominación de origen Montsant, con unas bodegas cada vez más en auge. Joan Enric, o el padre Jony, me recibe, junto con su productor, en su casa, esa rectoría helada que ya he mencionado. Le pregunto si su obispo no se apiada de sus curas y me responde que él vive como un pobre y no le importa, que la curia se ha gastado el dinero en reformar la iglesia del pueblo y que no llega para él.

El padre Jony nació en Amposta y ya en el seminario de Tortosa montó un grupo de rock con los seminaristas. Y me enseña una pegatina roja en la que pone: "Seminari Boys. Viu l'aventura, fes-te cura". Le pregunto cuántos de los seminari boys son aún curas y me dice que todos. Maravillada, le sigo preguntando por su vida y obras, y me cuenta que ha sido párroco en Paüls, Roquetes y Morella, y que se fue unos meses de misionero a Guinea Ecuatorial, donde una noche tuvo una revelación delante de la luna, que le inspiró la canción Cuando Selene llora. La letra dice así: "¡Maldita guerra!... Tanta muerte y destrucción. ¡Maldita guerra!... destruye la ilusión". Luego se fue otros meses a Guatemala y a Honduras, donde quedó impresionado por los maras, los grupos de jóvenes delincuentes. A ellos quiere destinar todo lo que recaude con su proyecto. Pero vayamos por partes: una vez instalado en El Masroig, el padre Jony montó un grupo de rock con algunos jóvenes. Hacían bolos y cubrían gastos. Hasta que un día los llamaron para actuar en el pueblo de Jesús en beneficio de los damnificados por el tsunami. Algunos periodistas fliparon al ver a un cura levantando las masas con música rockera y enseguida el efecto dominó se puso en marcha. Los músicos con los que ha grabado la maqueta del futuro disco ya no son los del pueblo, sino profesionales. Ahora sólo falta una discográfica. Su propuesta es montar la fundación Provocando la Paz, que destinará el capital a esos maras. "Yo soy un puente entre los jóvenes de aquí y los de allí", comenta el padre Jony. Le pregunto por qué las canciones son en castellano y me responde que en Guatemala no las entenderían en catalán. Como no quiero discutir la cuestión idiomática, le pregunto si a su obispo, Xavier Salinas, le parece bien que dedique sus horas libres al rock duro. "Le sorprende, pero me respeta porque sabe que soy un sacerdote entregado", dice. ¿Y de dónde sale el dinero? "Pues de mi familia y sobre todo ahorrando". Creía que el salario de un cura no llegaba para eso, pero él asegura que sí. Me explica que es difícil combinar el horario de párroco con el de cantante de rock, pero los feligreses se adaptan al horario si la noche anterior ha ido de bolos. ¡Qué maravilla de feligreses! Aunque lo más sorprendente es que su productor, gracias al padre Jony, ha vuelto a la fe católica. Me lo comenta él mismo de vuelta al coche. Mientras hablamos, se acerca una vecina para felicitar a su párroco. Lo que es seguro es que el estilo padre Jony está predestinado a triunfar por tierras americanas: el clergyman vende.

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