35 parejas en el Artium
La exposición del Artium alavés lleva por título Mensajes cruzados. Se trata de 35 emparejamientos de obras plásticas fechadas, las más, con varios siglos de diferencia entre ellas. En uno de esos emparejamientos vemos un Cristo Crucificado, de José de Ribera, firmado en 1643, y a su lado como compañero de viaje (digamos) una pieza de Antoni Tàpies que data de 1973. Conforman una pareja formidable, por la fuerza y el tegumento dramático que las envuelve, junto a la enorme calidad que atesoran ambas obras.
De entrada, la idea es de todo punto plausible, pero no por el acertado juego de encontrar parecidas semejanzas en el emparejamiento de obras -sea en lo meramente formal o por temas-, sino porque sirve de pretexto para mostrar al público obras de indudable valor artístico. Lo que en primera instancia se presenta como afinidad o semejanza, a la postre se convierte en una visión real llena de contrastes. A partir de esa pugna entre afinidades y contrastes, la mirada se centra en percibir cuanto de valor puede encontrar en cada obra por separado. He ahí el hallazgo del pretexto como idea.
Lástima que no todos los emparejamientos estén logrados. Al excelente paisaje de Carlos de Haes (1870), se opone un acrílico bastante pedestre y atrabiliario de Elena Blasco (1999). Junto a la tabla magnífica de fines del siglo XVI, Santiago en Clavijo, a su lado se inserta una serigrafía de Rogelio López Cuenca de escaso interés. Para dar réplica a una estupenda tabla de fines del siglo XV, aproximan un buen óleo de Alfonso Gortázar, pero es una aproximación tomada por los pelos. Como están tomadas por los pelos una obra de Jaime de la Jara con una talla de madera del siglo XIV, otra de Juan Ugalde con un lienzo de Francisco Guercino (1591-1666), un Bebé gigante de Juan Sagastizabal con una madera policromada del primer tercio del siglo XVII, entre otros emparejamientos poco felices.
Se pone de manifiesto que los emparejamientos más conseguidos podemos hallarlos cuando entran en escena los aportes fotográficos. Los cuatro óleos que proceden del taller de Zurbarán y dos óleos de José de Ribera, tienen su réplica en seis fotografías de gran tamaño, seis lacónicos retratos firmados por Humberto Rivas. A los cuerpos maltrechos de los modelos de dos óleos de Losada y Larroque, se les emparejan cuatro fotografías de cuatro incruentos toreros enanos. Un San Sebastián (siglo XV) y un Ecce Homo (siglo XVI), se ven respondidos por dos espectaculares y un tanto masoquistas fotografías de Pierre Gonnord y Erwin Olaf, respectivamente.
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