Tecnología: Bush y Hammurabi
A veces la aventura intelectual tiene sus golpes de efectos; andábamos tratando de delimitar las posibilidades de XML (Extended Markup Language) como forma de escritura universal que la Sociedad de la Información puede adoptar en la Web del futuro. No es una cuestión menor, pues la escritura es el primer formato (terrible palabra de informático) utilizado por el hombre una vez éste se doto del habla, es algo mas abstracto que una simple representación. El bisonte de Altamira nos dice qué se cazaba en aquella época; pero no se representó con un formato decidido arbitrariamente por toda una colectividad, es una obra de arte, pero no es escritura todavía. Pasaron milenios hasta que los sonidos con los que una lengua forma sus expresiones pudieran codificarse en un sistema de símbolos y a partir de ellos formar documentos. Aún faltaban siglos hasta llegar a lo que hoy conocemos como un alfabeto y de allí a la Web (uno de los avances tecnológicos que legítimamente mas satisfacen a Bush y a su entorno).
Afortunadamente, mucho antes de llegar al alfabeto, aparecieron determinados caracteres, que siendo entidades abstractas, se relacionaban con algún elemento de la lengua hablada y no con el significado de lo que se quiere expresar. Entonces empezó la escritura y concretamente la que nos ha llegado a nosotros nació hace casi seis milenios en Irak, donde vivían sumerios y acadios, una sociedad bilingüe, con el sumerio el idioma de los pobladores más antiguos, con muchas palabras monosílabas, y el acadio más flexivo, y allí surgió un sistema de escritura compatible con los sonidos de ambos. Los sumerios fundaron Babilonia (una expresión modernizada, ya que probablemente ellos decían BBL, con alguna vocal en medio, de aquí han llegado las expresiones: BaBeL, BiBLi, etc.) que sobrevivió unos 3.000 años, hasta su destrucción en el 275 a.C.
Babilonia inventó la escritura cuneiforme (por la forma de cuña del trazo, que hacían con una incisión en una capa de arcilla) y gracias a la buena conservación del barro cocido, han llegado hasta nosotros un buen número de piezas cuya joya de la corona es la recopilación del Código de Hammurabi (2123-2081 a.C.), un bloque cilíndrico de diorita de más de 2 m de alto y 0.50 m de circunferencia, conservado en el Louvre y desenterrado en 1902 en las ruinas de la ciudad de Susa, donde lo habían llevado desde Babilonia como trofeo de guerra en el año 1100 a.C.
Aunque no había alfabeto allí se "escribieron" más de 200 leyes, algunas de ellas perfectamente asumibles miles de años después, otras afortunadamente periclitadas.
Imaginen por un momento a Hammurabi dando sonido a lo allí escrito (por ejemplo la tercera ley) para tener una idea de lo que se podía oír hace más de 4.000 años:
sum-ma (En caso de que...) a-wi-lum (...un señor...) i-na-di-min (...comparezca...) ... (...en un juicio para testimoniar, y no pueda probar la palabra que ha dicho, si el juicio es capital, tal señor será castigado con la muerte...)
El recitado estremece; milenios después en las tierras de la Babilonia desaparecida mandan los que no pueden probar la palabra dicha, acerca de las armas de destrucción masiva. Como hombres del tercer milenio, es duro asumir que el presidente de la potencia que tanto ha hecho por el desarrollo tecnológico haya caído en una ignominia que tiene castigo expreso desde que la escritura existe.
Buscando el futuro de la Web desde aquella tierra, que además de historia tiene petróleo, uno no puede ni siquiera imaginarse a Bush, Blair y compañía tratando de justificar, en acadio o en ingles, escribiendo en XML o en cuneiforme, lo que hemos vivido como civilización al inicio del siglo XXI a causa de la palabra dicha por líderes de sociedades democráticas, de las armas de destrucción masiva.
Con estos personajes todavía presentes en el liderazgo político, ¿de verdad hemos avanzado todo lo que pretendemos? La conclusión es dura y aunque hay que seguir trabajando en una sociedad globalizada con la Web, como gran aportación de la inteligencia humana, pero no es fácil hablar de tecnología sabiendo que se están perdiendo connotaciones morales que están vigentes desde el mismo origen de nuestra escritura.
Gregorio Martín y José LLorens son catedráticos de Ciencias de la Computación en la Universitat de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia respectivamente.
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