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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Negación de derecho

Esta carta es un débito personal para alguien muy especial, mi tío, y a la vez un grito para despertar a las conciencias que ven cómo ocurren vulneraciones a los derechos fundamentales sin hacer nada. Mi tío nos dejó el día 8 de marzo, tras una lucha titánica por conseguir habitación y una penosa agonía de cinco días y de cuatro noches en el Hospital Universitario Gregorio Marañón, una agonía que también vivieron sus dos compañeros de habitación y sus familias.

Dos veces intentamos pedir el traslado de ambos o de él mismo alegando razones éticas, de dignidad y de intimidad ante lo extremo e insostenible de la situación.

La respuesta, cuando conseguíamos que nos la dieran, era siempre la misma: "El hospital está saturado y no tenemos sitio disponible".

Y digo cuando lo conseguíamos porque el responsable del hospital de noche debe ser poco menos que Dios, ya que nos fue imposible hablar con él, ni tan siquiera acercarnos a alguien que le transmitiera nuestra queja.

Por suerte o por desgracia, las veces que mi familia, conocidos o yo misma hemos necesitado asistencia en este hospital público hemos obtenido la misma respuesta a la falta de camas, a la imposibilidad de ingreso, al colapso en la atención primaria en urgencias, a la dificultad de conseguir cita con sus especialistas...: la saturación.

Y yo me pregunto, ¿hasta cuándo este hospital va a seguir prestando servicio a un área geográfica de más de un millón de habitantes sin que se construya nada más que una ampliación obstetricio-maternal?

¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando que sus urgencias sean un sinfín de camas anegando los pasillos? ¿Acaso no tenemos derecho a una sanidad pública digna por vivir en la zona sur de Madrid? ¿Acaso no tenemos derecho a morir dignamente rodeados de nuestros seres queridos sin que nuestra familia se preocupe además de que el ingresado de al lado necesite descansar sin gemidos y lamentos agónicos?

¿No es lícito pedir una muerte digna e íntima en un hospital público? ¿O es que acaso la sanidad pública nos niega también el derecho a morir dignamente?

Para mi tío ya es demasiado tarde, pero no dejemos que esto siga pasando sin alzar la voz para exigir nuestros derechos.

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