Responsabilidad latinoamericana
Víctor Pérez-Díaz, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, dice en su libro Sueño y razón de América Latina (Taurus) que sus habitantes no son víctimas del pasado, ni del acoso extranjero, ni de las estructuras e instituciones circundantes, ni siquiera de sus líderes. "Carecen de coartadas". El académico acierta plenamente. El comportamiento histórico de Latinoamérica, plagado de episodios violentos y de políticas empobrecedoras, es responsabilidad esencial de todos: de sus gobernantes y también de sus gobernados, no de factores foráneos, como frecuentemente se escucha en la región.
Excepto algunos anacrónicos legados, América Latina dejó atrás los regímenes dictatoriales militares o cívico-militares, las guerrillas revolucionarias y los Estados intervencionistas, para adentrarse en la democracia y en el mercado. No obstante, la fragilidad de sus instituciones, los sucesivos palos de ciego en materia económica, una corrupción rampante, una desigualdad social abismal y unos partidos con escaso sentido de Estado constriñen, a corto plazo, el optimismo que se impone Pérez-Díaz para el futuro. La pobreza parece imbatible y el Estado de derecho es una quimera en algunos países. Las dos carencias son determinantes.
SUEÑO Y RAZÓN DE AMÉRICA LATINA
Víctor Pérez-Díaz
Taurus. Madrid, 2005
278 páginas. 17 euros
El análisis del sociólogo sobre el desarrollo de los cambios políticos, económicos y sociales registrados en América Latina es tremendamente valioso para quienes quieran acercarse, con rigor, a las causas de lo que ocurre. El autor identifica una de las principales fuentes del mal cuando subraya que para que arraiguen, desde Río Bravo a Tierra de Fuego, una democracia liberal y una economía de mercado, las reformas deben venir acompañadas por "un cambio en la mentalidad de las gentes. Sin él. Podemos encontrarnos con una sociedad que no sabe manejarse en una economía de mercado y postula una intervención estatal incesante".
Ese cambio de mentalidad no ha cuajado y, por tanto, todo se desvirtúa no sólo en economía, sino también en política y en los propios comportamientos sociales, a veces a imagen y semejanza de los dirigentes políticos más venales. Los políticos responsables y una ciudadanía alerta son dos necesidades aún en proceso de constitución, según registra Pérez-Díaz, y el peso del caudillismo y del populismo, un lastre que no conviene ignorar. El libro aborda la interesante reconversión de una izquierda que fue dogmática: un fenómeno que, de alguna manera, explica los cambios de gobierno y de orientación ideológica en Venezuela, Brasil, Argentina y Uruguay. El autor, ponente en universidades europeas y estadounidenses, apenas se detiene en la disección factual de los actuales gobiernos latinoamericanos porque el objetivo de su obra es más ambicioso: bucear en los fundamentos que explican el momento actual.
Pérez-Díaz, sin embargo, efec
túa unos juicios de valor sobre los gobiernos de Caracas y Buenos Aires que hubiera convenido precisar más para evitar confusiones en el lector y porque buena parte de los ojos de América Latina escrutan la evolución de esos dos países y de Brasil. "En Venezuela y en Argentina, por ejemplo, se ha asistido a una amplia repulsa de la clase política que llegó al poder por procedimientos democráticos", señala el académico, "pero acerca de la cual una gran proporción de la población ha llegado a la conclusión de que carece de autoridad moral para gobernar". Los flancos autoritarios, populistas o demagogos del ex teniente coronel Hugo Chávez y de Néstor Kirchner son una cosa, pero la carencia de "autoridad moral" para gobernar, otra bien distinta y de compleja definición. Guste o no, representan a la mayor parte de sus sociedades y, dentro de la "gran proporción de la población" que les repudia, figuran ciudadanos y dirigentes, cuya inmoralidad, manifiesta en los juzgados, apadrinó el triunfo electoral de esos dos presidentes y de otros en Perú, Ecuador o Nicaragua. De todas formas, se trata de una observación menor en un libro que nos acerca certeramente a América Latina, cuyos habitantes son, según reitera Pérez-Díaz en su obra, "lo que han hecho de sí mismos en doscientos años".
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