_
_
_
_

Francia queda paralizada por una huelga masiva contra la reforma laboral

Un millón de personas se manifiestan en la calle contra la pérdida del poder adquisitivo

La nueva jornada de protesta convocada ayer por los principales sindicatos en contra de la política social del Gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin sacó a la calle a casi un millón de franceses (650.000 según la policía) y paralizó el país gracias a la huelga en los transportes públicos que, por la mañana, produjo colas de cientos de kilómetros en los accesos a París y a las grandes ciudades. Si el detonante de las primeras movilizaciones fue la reforma de la semana laboral de 35 horas, la de ayer ya era abiertamente contra el deterioro del poder adquisitivo y en demanda de una subida salarial.

Más información
Críticas a los sindicatos por la protesta en plena visita del COI

El Ejecutivo francés reconoció la importancia de la protesta, pero rechazó la idea de convocar una conferencia nacional sobre los salarios. "Trabajar más para ganar más", fue el eslogan que acuñó el Gobierno de Raffarin para justificar la reforma de la ley Aubry, aprobada por el Ejecutivo socialista de Lionel Jospin, que fijaba la semana laboral en 35 horas. Un buen eslogan que se ha vuelto contra sus creadores, que ven ahora cómo al malestar de los funcionarios públicos se suma el de los trabajadores de las empresas privadas, que ayer se unieron a la protesta de manera más significativa. Mucho tiene que ver en la irritación de los trabajadores los enormes beneficios -récords históricos en muchos casos- que han tenido este año las grandes empresas francesas del CAC 40, el índice selectivo de la Bolsa de París.

Los transportes públicos, de cuyos trabajadores dependía una buena parte del éxito de la convocatoria, ya empezaron a paralizarse el miércoles por la noche y no volverán a la normalidad hasta hoy a media mañana. El 30% de los maquinistas de los ferrocarriles secundaron la huelga, según fuentes de la empresa pública SNCF. Sólo funcionaron la mitad de los trenes de alta velocidad y uno de cada tres de los de largo recorrido. Los servicios regionales se vieron afectados entre un 25% y 50% según las zonas. Los servicios internacionales, sin embargo, funcionaron casi sin problemas, tanto los Eurostar que cruzan el Canal de la Mancha como los que unen París y Bruselas. También fue prácticamente normal el funcionamiento de los que unen Francia y España.

Atascos de 200 kilómetros

El tráfico aéreo también se vio afectado. Por la mañana, del aeropuerto parisiense de Orly sólo salió el 25% de los vuelos previstos, aunque por la tarde subió hasta el 50%. El otro aeropuerto de París, Roissy-Charles de Gaulle, se vio menos afectado; sólo se quedó en tierra uno de cada cuatro vuelos.

En París, el 80% de los servicios de cercanías y el 75% de las líneas de metro no funcionaban. En estas circunstancias no es de extrañar que a primeras horas de la mañana los accesos se convirtieran en monumentales atascos, que en el caso de la capital se concretaron en colas de hasta 200 kilómetros.

Por la mañana, en Marsella, Burdeos, Clermont-Ferrand, Toulouse, Perpiñán, Pau, Rennes y hasta en 150 localidades de toda Francia cientos de miles de manifestaciones salieron a las calles. En Correos, la huelga fue seguida por un 25% de los trabajadores; en las escuelas, las cifras oficiales la sitúan entre el 24% y el 41%, aunque la falta de transporte provocó que las escuelas quedaran prácticamente vacías. Los medios de comunicación públicos emitían música. En el sector privado se optó por realizar paros parciales.

Los principales sindicatos franceses -CGT, CFDT, FO, Unsa y Solidarices- apoyaban la protesta de ayer. El Gobierno conservador se apresuró a hacer públicas las cifras sobre el poder adquisitivo de los franceses. Las estadísticas oficiales rezan que en 2003 se produjo un aumento del 2,1%; en 2003, del 2,4%, y un 2,6% el año pasado. La CGT, sin embargo, asegura que el poder adquisitivo de los franceses se ha reducido en un 5% en los últimos cuatro años. Primero, por el efecto de moderación y de recuperación de la competitividad que impuso la implantación de la semana de 35 horas; en segundo lugar, por el llamado efecto euro, y, finalmente, en razón de un crecimiento económico un tanto raquítico y un desempleo que se mantiene inflexible en torno al 10% de la población activa. Los funcionarios han sido los más afectados, pero el Gobierno de Raffarin asegura que no tiene dinero en las arcas para subir el sueldo.

La manifestación de París la encabezaban los principales líderes sindicales y una pancarta que rezaba "Aumento de salarios, disminución del tiempo de trabajo, contra las desregularizaciones y el paro". Sin embargo, entre los manifestantes eran bastante numerosas las llamadas a votar no en el próximo referéndum sobre el Tratado Constitucional europeo que tendrá lugar el 29 de mayo, y ésta es una de las grandes preocupaciones del Ejecutivo y la espada de Damocles que pende sobre el primer ministro, a quien el presidente Jacques Chirac no dudará en destituir si cree que peligra el a la Carta Magna europea. El ministro de Transportes, Gilles de Robien, reconoció que hay que tener en cuenta "los problemas del poder adquisitivo", una opinión compartida por el titular de Relaciones Laborales, Gérard Larcher, quien se mostró partidario de abrir un diálogo sobre la negociación salarial.

Viajeros en la estación ferroviaria parisiense de Saint-Lazare, durante la protesta de ayer contra las reformas sociales del Gobierno.
Viajeros en la estación ferroviaria parisiense de Saint-Lazare, durante la protesta de ayer contra las reformas sociales del Gobierno.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_