La neurología, el conocimiento y el chip convergen para mejorar la vida humana
El Primer Foro de Tecnologías Convergentes, celebrado en Barcelona, debate cómo desarrollar una colaboración más estrecha entre diferentes disciplinas científicas como la nanotecnología y las ciencias cognitivas
Ordenadores y sillas de ruedas que se manejan con la mente, prótesis y robots bioinspirados son algunos de los proyectos en los que están implicadas las tecnologías convergentes, una nueva ola científica en la que investigadores de varias disciplinas fusionan sus conocimientos para conseguir mejoras en las capacidades humanas.
Las tecnologías convergentes son la unión de conocimientos de micro y nanotecnologías, biología y ciencias del conocimiento. La nueva corriente de tecnologías convergentes ha comenzado a activarse en Europa y España. Los expertos estiman que puede generar un mercado de 1.000 billones de dólares en los próximos diez años. "Vamos a pasar de la era de la información a la de las neurotecnologías", dice Jesús Rodríguez Cortezo, director del Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial (OPTI) en el Primer Foro de Tecnologías Convergentes.
Este encuentro organizado en Barcelona por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el OPTI reunió a un centenar de investigadores y empresarios para debatir las estrategias científicas, educativas y económicas de la Unión Europea.
Ana Morato, directora técnica del OPTI, participó en el grupo de expertos europeo. "Su impacto es difícil de predecir, pero tienen aplicaciones en todo tipo de sectores, desde la agricultura al textil aunque vemos el mayor futuro en los temas relacionados con la sanidad y farmacia". Antes deberá crecer la financiación pública y privada en este tipo de proyectos: en Estados Unidos hay 500 empresas de nanotecnología, unas 80 en Alemania y en España todavía es incipiente. En 2003 la inversión pública española en nanotecnologías alcanzó el 1,5 millón de euros; en Alemania supera los 250 millones de euros. En Estados Unidos se mira más en mejorar el rendimiento humano en, por ejemplo, el campo de batalla. La UE va a mirar con lupa todos los proyectos para que no conculquen aspectos éticos.
Lesiones cerebrales
¿Quiénes trabajan con la nueva filosofía? Álvaro Pascual-Leone, de origen valenciano, investiga en Harvard la plasticidad neuronal y el uso de la estimulación magnética para reducir las lesiones neurológicas; José del Rocío Millán ha conseguido en Suiza mover objetos mediante las señales cerebrales, algo que será útil para manejar ordenadores y otros aparatos; Dieter G. Weiss trabaja en el cultivo de células sobre circuitos de silicio y sensores, el ingeniero Yannis Demiris del Imperial College británico colabora con biólogos italianos para crear robots bioinspirados que imiten y aprendan al observar a los humanos para ayudar en tareas complejas.
Un ejemplo es el de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, donde un equipo liderado por Eduardo Fernández trabaja en el desarrollo de neuroprótesis que mejoren la visión. Las fibrosis acaban en tres meses con la vida útil del centenar de electrodos de platino intracraneales que se usan hoy; pretenden sustituirlos por nanotubos de carbono, más biocompatibles, con comunicación inalámbrica. De igual manera, la Universidad Southern en California trabaja en implantar un chip en el hipocampo que restituya funciones perdidas como la memoria.
Jordi Aguiló, investigador de la UAB, cree que las tecnologías convergentes requiere una colaboración más íntima de todo tipo de científicos. El camino ha sido duro.
"Hasta hace poco, cuando queríamos implantar un chip en el cuerpo los biólogos nos veían como a visitadores médicos", asegura Rosa Villa, del grupo de Aplicaciones Biomédicas del Centro Nacional de Microelectrónica, entidad que, entre otras innovaciones, ha creado un aparato que monitoriza las condiciones del órgano a trasplantar durante su transporte y participa en el proyecto internacional GoodFood para controlar las propiedades organolépticas (sabor, gusto..) de los alimentos.
La cibercucaracha
Llega la cibercucaracha. Sus congéneres naturales la aceptan sin problemas; huele y se comporta igual. Pero InsBot no es un insecto, es un robot diminuto desarrollado por investigadores europeos capaz de infiltrarse entre un grupo de cucarachas y alterar su comportamiento como si se tratara del flautista de Hamelin. Estudiando los insectos, los investigadores han observado que en estas comunidades existe una inteligencia colectiva que depende de la interacción entre los individuos del grupo.
Conocer las estrategias alimentarias de las hormigas ha permitido optimizar las redes de comunicaciones móviles. El etólogo francés Guy Theraulaz del Centro de Investigación del Conocimiento en Animales en Toulouse conoce bien ese campo. También participa en el proyecto europeo Leurre, que ha construido cibercucarachas. Ahora trata de evitar que cuando un depredador persiga a una oveja, el resto del rebaño le siga ciegamente y acaben despeñadas en un precipicio.
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