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La mirada crítica de Diane Arbus vuelve en una retrospectiva

El Metropolitan revisa la intensa obra de una de las pioneras de la fotografía documental

El trabajo de la fotógrafa estadounidense Diane Arbus (1923-1971) se muestra desde ayer en el Metropolitan Museum de Nueva York. Revelations, la mayor retrospectiva dedicada a la artista en los últimos 30 años, que podrá visitarse hasta el 30 de mayo y que viajará a la Fundación La Caixa de Barcelona en 2006, ofrece una cuidada selección de 180 fotografías que recorren cronológicamente el trabajo de una de las pioneras del retrato documental.

Las imágenes, procedentes de colecciones públicas y privadas, se exhiben acompañadas de un apartado más intimista en el que se muestran las cámaras, cuadernos de notas, cartas, pruebas fotográficas y libros que formaban parte del universo personal de una artista cuya particular mirada se convirtió en referente imprescindible de los años cincuenta y sesenta.

La fotógrafa que hizo de Nueva York su lienzo permanente y de los neoyorquinos los protagonistas perpetuos de su obra adquirió celebridad por su aproximación a lo que ella llamaba "antropología contemporánea", retratos de personas tan anónimas como una pareja de clase media o una secretaria dirigiéndose al trabajo, a los que, al convertir en cómplices de sus propios retratos, siempre iluminados de manera directa, transformaba en seres extraños y particulares que le servían para explorar la relación entre apariencia e identidad, ficción y realidad.

Pero Arbus fue especialmente conocida por su atracción hacia los personajes extremos, como los freaks del circo de Coney Island, las cabareteras de Times Square, los travestis o los lisiados, con quienes además solía entablar relaciones de amistad y a los que convirtió en protagonistas de su obra, escandalizando a una sociedad poco habituada a mirar hacia la gente que vive en los límites. "Los freaks fueron los primeros y a los que más fotografié, y eso fue enormemente motivador. Simplemente, los adoraba. Aún adoro a algunos de ellos. Con esto no quiero decir que sean mis mejores amigos, me han hecho sentir una mezcla de vergüenza, temor y asombro. Los freaks nacieron con sus traumas. Ellos ya han pasado su prueba. Son aristócratas", dijo en una entrevista a la revista Newsweek a finales de los sesenta.

Nacida en el seno de una familia rica y judía bajo el nombre de Diane Nemerov, siempre se quejó de haber crecido en una burbuja de irrealidad, "demasiado protegida" en su piso familiar de la Quinta Avenida. "No sabía que era judía cuando era una cría. ¡No sabía que era desafortunado serlo! Como me crié en una ciudad judía y en una familia judía, y como mi padre era un judío rico y yo iba a un colegio judío, adquirí un firme sentido de irrealidad", declaró. ¿Su reacción? Mirar hacia el mundo de los marginados, tan lejanos al suyo, y buscar la cruda realidad.

"Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te dice, menos sabes", escribió Arbus sobre un medio artístico al que se acercó por primera vez en 1941, después de recibir de su marido, Allen Arbus, su primera cámara de fotos. Tras estudiar con Berenice Abbott, Diane inició con su esposo una colaboración fotográfica que duraría 10 años y que la llevaría a trabajar principalmente en el ámbito de la moda para revistas como Glamour, Vogue o Harper's Bazaar.

Cargada siempre con una cámara de 35 milímetros, Arbus comenzó al mismo tiempo a realizar un trabajo más personal que daría un giro definitivo tras separarse profesionalmente de su esposo en 1956 y tomar un curso impartido por Lisette Model, cuya influencia cambiaría su forma de enfrentarse a la fotografía. "Hasta que estudié con Lisette, yo soñaba con fotografiar en lugar de hacerlo. Lisette me aconsejó disfrutar cuando fotografiaba, y eso hice", escribió años más tarde. Model también le advirtió que sufriría más por ser fotógrafa y mujer, algo que siempre quedó de manifiesto a la hora de cobrar sus trabajos, por los que siempre recibió la mitad de lo que percibían sus colegas hombres.

Esquire fue la primera revista que decidió publicar sus fotografías en 1960, poco después de separarse sentimentalmente de su marido. A partir de ese momento, comienza un periodo especialmente prolífico en el que Arbus trabaja sin descanso, buscando imágenes de lo que ella definía como supervivientes, a las que además acompañaba de textos personales, algo muy raro en la época.

En 1962, cambia la cámara de 35 milímetros por la cámara de gran formato, con la que realizará composiciones marcadas por un estilo clásico que se convertiría en su seña de identidad. Galardonada con dos becas de la Fundación Guggenheim por su trabajo Ritos americanos, maneras y costumbres, consigue realizar su primera exposición individual en el MoMA en 1964. Pero, aquejada por la falta de autoestima y depresiones constantes, Diane Arbus se suicida en Nueva York en el cénit de su carrera, a los 48 años. En 1972, un año después de su muerte, la artista se convirtió en la primera fotógrafa estadounidense representada en la Bienal de Venecia.

<i>Dos mujeres en el autoservicio,</i> foto de Diane Arbus de 1966.
Dos mujeres en el autoservicio, foto de Diane Arbus de 1966.

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