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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

Sangre en Argentina

Los incidentes provocados por los hinchas violentos, financiados desde los propios clubes, se suceden y en las últimas jornadas ha habido dos muertos, más de 60 heridos y cientos de detenidos

La ficción del fútbol argentino, casi sin estrellas, se sucede en los campos sobre un fondo de gradas y calles en las que sangra la realidad. Dos muertos en tres jornadas, más de 60 heridos en riñas, cientos de detenidos, jugadores, entrenadores y directivos amenazados y golpeados porque no ganan o no financian a los grupos violentos de las barras bravas... La relativa calma del pasado curso, en el que se detuvo a algunos líderes ultras y no se registraron muertos, resultó una tregua. La violenta rutina, sometida a la presión de jueces y policías, entró nuevamente en erupción.

Un hombre respetuoso y digno como Juan Antonio Pizzi, que regresó de España, terminada su carrera de futbolista, para dirigir al club del que era aficionado desde niño -"un proyecto muy serio", según los directivos del Colón de Santa Fe- aún no puede reponerse de las situaciones vividas en los últimos dos meses. Acompañado por el peruano y también ex jugador José Chemo del Solar, amigo, trató de armar un equipo y, al cabo de tres derrotas, cuando ni han podido sentarse en el banquillo porque no tenían la autorización federativa, han sido despedidos.

El Colón no jugó bien, pero tampoco se podía esperar más en tan poco tiempo. La barra brava amenazaba en los entrenamientos al plantel para que les diera dinero a cambio de no insultarle. Los directivos encubrían la situación para apurar la renuncia de los entrenadores. La situación se desbordó tras el partido frente al Arsenal (0-2) y los fanáticos arrojaron piedras.

El portero, Tombolini, ha dicho lo que todos saben, pero callan: "En todos los clubes se junta dinero para la barra brava. En el Colón se hace una colecta antes de cada partido y se le entrega al capitán, quien deja un sobre con ella en el club. Lo hacemos para tener seguridad. Uno agacha la cabeza por temor a que atenten contra los seres queridos".

Esa noche, el defensa Chitzzof fue atacado por desconocidos cuando salió a abrir su puerta a quien creyó un amigo. Su esposa recibió una llamada telefónica en la que se amenazaba con "matar a toda la familia". El Colón fue suspendido y no puede jugar en su estadio, pero la policía no detuvo todavía a los responsables.

En la pasada temporada se registró un 168% menos de incidentes con heridos y aumentó el público. Los líderes de algunos grupos no podían asistir a éstos y los jueces lograron encarcelar, por unos días, a varios. Los jefes de La guardia imperial, la barra del Racing, y los de La Doce, temible banda del Boca, están procesados y podrían ser condenados a penas de entre ocho y 20 años de prisión.

Los brotes de violencia se atribuyen a disputas internas por el poder en las barras descabezadas. Dos grupos, Los del Morro y Los del Dock se enfrentan a puñetazos cada domingo en las tribunas del Racing y fuera con cuchillos. Quien manda revende los boletos que les regalan los directivos, organiza los viajes, recauda el dinero entre los jugadores, encubre los robos en las calles y trafica con drogas al amparo de la policía. El asunto se reproduce en el Newell's, Gimnasia y Esgrima, Estudiantes y Argentinos Juniors.

El responsable del Comité de Seguridad Deportiva de Buenos Aires, Mario Gallina, dice que "a ellos no les interesa el fútbol, sino el reparto de la torta, el manejo de las entradas, de los viajes y de los pesitos que quedan. Todo lo arreglan a golpes y cuchillazos. La diferencia es que ahora lo hacen a la vista de todo el mundo porque suponen que eso les da más poder y los legitima delante de los demás".

Las elecciones parlamentarias de medio turno, previstas para octubre, son un estímulo extra. Los jefes saben que las barras pueden tener impunidad y recursos cuando se aproxime la campaña electoral y los dirigentes políticos requieran de sus servicios para pintar paredes, amenazar a grupos rivales o llevar gente a los actos.

Los ultras del Argentinos tienen un acuerdo con los directivos y la plantilla, que les financian seis autobuses, 250 entradas por partido y viáticos que suponen 20.000 euros anuales. La pasada semana, la policía identificó a los principales responsables y les detuvo tras una sangrienta pelea.

Antes del clásico con el Rosario, cuando los hinchas del Newell's decidieron asistir masivamente a un entrenamiento para apoyar con un banderazo a sus jugadores, un aficionado de 17 años fue herido de bala en el estómago y murió a las puertas del estadio. Pimpi y El Negro Tortuga libran la batalla final, a sangre y fuego, por la jefatura de la barra del Newell's. La policía dispersa las sangrientas refriegas con disparos de balas de goma y granadas de gases lacrimógenos, pero retrocede ante la ferocidad de los fanáticos. Cuando se disputan partidos nocturnos, las calles son tierra de nadie.

Gallina reclama la intervención de la Justicia porque, al parecer, no tiene suficiente autoridad para intervenir. Incluso ha advertido: "Si me dan el poder, en menos de un año los extermino". El ministro del Interior, Aníbal Fernández, diseño un plan conjunto con las gobernaciones de provincias y pidió a los clubes que hagan valer "el derecho de admisión" para cerrar el paso a los barras identificados por la policía. Pero son los directivos los que les ofrecen protección y dinero a cambio de servicios.

Un hincha, armado con un cuchillo, ataca a otro, caído, en la grada durante el partido Boca Juniors-Chacarita.
Un hincha, armado con un cuchillo, ataca a otro, caído, en la grada durante el partido Boca Juniors-Chacarita.REUTERS

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