La fabricación de las multinacionales

Las empresas multinacionales dejaron de ser para los españoles un misterio o un mundo remoto en la década de los setenta. Sus motivaciones son conocidas y los cálculos que justifican sus decisiones se explican profusamente casi a diario. Casi es posible reconstruir paso a paso las líneas de presión competitivas que llevan a las economías de escala, a la concentración, a las exigencias de diversificación y, por fin, la detección de ventajas competitivas complementarias en otros país. Las diferencias remarcables hoy son de carácter histórico. Evidentemente, algunas tácticas han cambiado, como lo prueba la variedad de modalidades de deslocalización; y España cuenta por fin con empresas multinacionales, después de que durante décadas se considerara que los males de la economía española poco menos que radicaban en el hecho de no tenerlas. Y no se trata precisamente de unas multinacionales cualesquiera, sino de gran presencia y control en los mercados de servicios latinoamericanos.

Precisamente lo que pretende La empresa multinacional española es explicar en términos de análisis económico cuáles fueron las causas que facilitaron el boom de la inversión directa española en Latinoamérica y la consolidación de la imagen de algunas de ellas como multinacionales dominantes de algunos mercados relevantes en la zona. No estamos, por supuesto, ante un salto súbito ni en el vacío. Requirió un intenso proceso exportador y un periodo de tanteo a través de alianzas estratégicas que fueron consolidando la imagen de la calidad de los servicios prestados por las compañías españolas. El salto cualitativo con efectos mensurables se dio a principios de los noventa, con el Gobierno socialista, y corrió a cargo de Telefónica. El ex monopolio telefónico decidió zambullirse en la aventura multinacional con pleno conocimiento de sus limitaciones, pero también con una percepción muy exacta de cuáles eran las oportunidades de beneficio. Pero todo eso no sucedió sin que, previamente, a finales de los ochenta, la economía española desarrollara una preocupación frenética por acrecentar las exportaciones y las oportunidades de inversión en ámbitos distintos de las fronteras nacionales.

Seguramente no es ajeno a este florecimiento de multinacionales en España una cuestión política que no aparece en el texto: la decidida inclinación de los Gobiernos españoles desde 1988, y en particular los del Partido Popular, por la estrategia de los campeones nacionales. Existe un compenente nacionalista -tanto en el país desde el que fluye la inversión como en el que la recibe- en el caso de algunas expansiones empresariales que no debe ser minusvalorada.

Aseguran sus autores que el libro comienza explicando "el marco de análisis que ha de permitir una mejor comprensión del proceso de multinacionalización de la empresa española". Ese proceso es precisamente el lugar común con el resto de las multinacionales que en el mundo son, han sido y serán. El texto analiza de forma muy completa y compleja los caminos que ha seguido la inversión directa española en el exterior hasta convertir a dos o tres empresas españoles en el equivalente a una multinacional. Así que examina las modalidades de exportación de las empresas españolas o el proceso de diversificación que ha justificado en muchas ocasiones el interés de las empresas por acudir a otros mercados.

Pero los análisis más reveladores sobre las multinacionales españolas son los que se realizan desde el enfoque de la innovación tecnológica. En el texto, el examen se centra en el ejemplo de las telecomunicaciones, pero como ejemplo es suficiente para confirmar que el mero hecho de la internacionalización no implica mejoras tecnológicas sustanciales. Las multinacionales desarrollan su actividad económica e industrial sobre la base de la tecnología que dominan en su país de origen, de forma que si no pueden competir con alta tecnología, se extienden por países emergentes donde no es tan necesaria en primera instancia.