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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La teorización del "por si acaso"

Joaquín Estefanía

William Kristol y Robert Kagan son dos de los teóricos más representativos del movimiento neocons que gobierna en Estados Unidos. Ellos y otros ensayistas no menos significativos (como, por ejemplo, Paul Wolfowitz) han publicado este libro que supone una de las compilaciones más exactas del modo en que estos revolucionarios conservadores entienden el mundo y el papel de Estados Unidos.

Su literatura no es interesante por la profundidad de las ideas que refleja o por la teorización de las mismas (en la mayor parte de los casos, de un simplismo insólito), sino porque están siendo puestas en práctica desde el año 2000, fundamentalmente a través de su influencia en el Pentágono y en los aledaños de la vicepresidencia norteamericana, nichos preferidos por este grupo de ideólogos.

PELIGROS PRESENTES

William Kristol y Robert Kagan

Traducción y adaptación

de Ignacio de la Rasilla

Almuzara. Madrid, 2005

190 páginas. 16 euros

La tesis preferida por los neocons es que el peligro principal al que se enfrenta Estados Unidos en la actualidad (y por extensión, el resto de la humanidad) no llega, como podía parecer, de los Estados canallas, de los Estados fallidos o del terrorismo internacional, sino de la propia complacencia de los norteamericanos a recrearse en la inmensa hegemonía militar que en la actualidad poseen. Hay que estar siempre vigilantes "por si acaso" aparece un poder hostil regional que pudiera ser la base de otro poder global alternativo. Aunque no existan indicios racionales de ello.

El peligro presente no tiene nombre; consiste en que Estados Unidos se desentienda de sus responsabilidades objetivas y que, llevado por la comodidad, la parsimonia o la indiferencia, permita que el orden internacional -que él mismo ha creado y protege- se desmorone. El peligro presente no es otro que el declive de la fuerza militar americana (por lo que hay que multiplicar los gastos de seguridad y defensa, en beneficio del complejo industrial y militar), en una voluntad languideciente y en la confusión sobre su papel en el mundo. Así es como nace el concepto de guerra preventiva. Enfrentados a amenazas parciales resultantes de la combinación de armas de destrucción masiva y terrorismo internacional, Estados Unidos tiene el derecho de usar la fuerza armada de forma anticipada (en caso de ataque inminente) e incluso de forma preventiva "aunque no exista certidumbre respecto del tiempo y del lugar del ataque preventivo".

Alguien podría pensar en una

paranoia militante de los neocons ante enemigos inexistentes, pero que podrían serlo más adelante. No es así, se defienden: la actual pausa estratégica es tan cautivadora que olvidamos que ciertos Estados insatisfechos a lo largo del mundo están trabajando duro para incrementar su poder militar y anular las ventajas de Estados Unidos: "Disuadir tales guerras requiere la voluntad de crear y mantener una fuerza militar suficiente, así como la voluntad de emplear dicha fuerza cuando sea necesario". Cuando esos enemigos emergentes perciben fuerza y voluntad tienden a retirarse, mientras que cuando observan debilidad y timidez optan por el riesgo.

Hay que recordar que Robert Kagan es el último invitado de José María Aznar a dar una conferencia en la FAES. Y Wolfowitz, como buen publicista, resume todo en una frase: "Demostrar que tus amigos serán protegidos y atendidos, que tus enemigos serán castigados y que aquellos que rechazan apoyarte se arrepentirán de no haberlo hecho". ¡Pobre Zapatero!

Los neocons creen estar legitimados en el intervencionismo unilateral porque consideran universales sus valores. La idea de que el propósito de las distintas administraciones USA debe ser proteger las libertades americanas recibidas de Dios, se halla en el corazón del experimento neocons. El nacionalismo, causante de tantas guerras y destrucciones en el siglo XX y aún ahora, es distinto en los demás que en los norteamericanos porque Estados Unidos ha sido la primera nación en la historia que basó la esencia de su carácter nacional (como enuncia la declaración de Independencia) en un conjunto de principios universales derivados del derecho natural. A la luz de tal derecho natural y divino, no es extraño que consideren, contra muchas evidencias, que Estados Unidos siempre ha sido una fuerza liberadora de la opresión. Estados Unidos no está interesado en la adquisición de territorio, en la subyugación de otros o en el dominio del mundo: detrás de su intento de extender sus ideales en el extranjero se encuentra la creencia (nunca mejor escrito lo de creencia) de que sus valores "son inalienables, universales, otorgados por Dios...". Ante la lectura de estos textos, quien apela a la racionalidad como método de pensar, puede preguntarse legítimamente si el auténtico peligro presente no es que estos iluminados gobiernen el mundo.

Marines desplegados en Kuwait en junio de 2003.
Marines desplegados en Kuwait en junio de 2003.AP

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