La población chií de Arabia Saudí convierte las municipales en un acto de afirmación
La movilización de la comunidad minoritaria dispara las alarmas entre la mayoría suní
El gimnasio de la escuela primaria Ali Bin Abi Talib parece una fiesta. "Es como si celebráramos un nacimiento", admite Dauas Mubarak al Jaldi, responsable del colegio electoral 338, uno de los dos habilitados en Safua para esta segunda fase de las municipales de Arabia Saudí. Y eso que Safua, una ciudad de 50.000 habitantes, sólo va a tener un representante en el Ayuntamiento de Qatif. Pero la población mayoritariamente chií de esta comarca de la Provincia Oriental ha convertido la cita con las urnas en un ejercicio de afirmación. Las cuatro provincias del suroeste también votaron ayer.
"No importa a quién se vote, sino el hecho mismo de votar", asegura Mohamed al Hasan mientras busca en las listas los números de sus candidatos. Qatif elige a cinco de sus 10 concejales, uno por cada distrito (la otra mitad serán designados por el Gobierno). Así que Al Hasan tiene que marcar un nombre en cada una de las cinco papeletas que recibe grapadas del agente electoral que comprueba su inscripción en el censo. Este profesor universitario que trabaja en Riad ha hecho los 800 kilómetros de viaje de ida y vuelta desde la capital, primero para registrarse, y ahora para votar.
"Para mí no tenía ningún sentido votar en Riad, no me interesa; pero aquí es distinto. Tenemos que hacernos visibles, mostrar la discriminación de que somos objeto y exigir nuestros derechos como ciudadanos", explica este chií a quien los insultos que su hija sufrió en el colegio por su pertenencia a esa rama del islam han convertido en un activista. Su entusiasmo no es excepcional. Qatif ha doblado la media de inscritos en el censo del resto del país, el 40% de los posibles electores (varones saudíes de más de 21 años). Muchos hacían cola a las ocho de la mañana cuando se abrieron los colegios.
Aunque anoche no se conocían las cifras de participación, la intensa afluencia de votantes hacía prever que fuera elevada. En Riad y la región central, donde las elecciones se celebraron el 10 de febrero, hubo una participación del 73% de los inscritos, pero éstos apenas alcanzaron el 24% de quienes tenían derecho a hacerlo. En la Provincia Oriental, la movilización de los chiíes, que suponen un tercio de sus habitantes, ha alarmado a los suníes, que en Arabia Saudí siguen una rígida interpretación del islam conocida como wahabismo, que considera heréticos al resto de los creyentes.
La penetración wahabí del Gobierno y la sociedad saudíes reduce a las minorías (chiíes, ismailíes o sufíes) a ciudadanos de segunda. De ahí que en las ciudades mixtas, como Dammam y Al Hasa, los votantes optaran ayer por candidatos de su confesión más que por sus programas. No obstante, Abdalá al Jayri, un candidato suní de Safua, se muestra convencido de que obtendrá votos tanto de sus vecinos suníes como chiíes. "Todos mis amigos chiíes me han apoyado moral y financieramente", asegura haciendo gala de sus buenas relaciones con todos.
Si bien los presentes se enorgullecen de las buenas relaciones de ambas comunidades, la realidad es que esperan que gane un candidato chií. "Somos la mayoría, debemos obtener representación", subraya Al Hasan mientras muestra la precariedad de las infraestructuras locales por comparación a las de otras ciudades del país. "No es justo que aquí mismo tengamos un pozo del que salen a diario un millón de barriles de petróleo y la comarca no se beneficie en la medida que le corresponde", se duele. El agua de la desalinizadora se canaliza hacia Riad, mientras en muchas casas de Safua el líquido que sale del grifo resulta imbebible. En cuanto al techo de cristal que los chiíes encuentran en todos los empleos públicos, queda en evidencia en los dos colegios electorales de la ciudad, cuyos responsables son dos suníes.
"Echamos de menos a las mujeres", responde Faeq Mohamed Alhani, uno de los observadores de la Organización Nacional de Derechos Humanos cuando se le pregunta qué tal va la jornada. El resto de los presentes asiente. "Confiamos en que dentro de cuatro años sea posible", declara Salmán Hasan al Moalem. "No es justo que la mitad de la población no participe". "Espero que la próxima vez pueda venir con mi hija", señala un hombre que ha acudido acompañado de un hijo "para que vaya aprendiendo". La chica se ha quedado en el coche ante la convicción de que no le dejarían entrar.
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