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El Gobierno prosirio de Líbano dimite por la presión creciente en las calles

La oposición exige también la salida del país de los 14.000 soldados de Damasco

El Gobierno prosirio del primer ministro libanés, Omar Karamé, presentó ayer en bloque su dimisión. Es la primera consecuencia de la movilización popular dirigida por la oposición, que reclama también la salida de los 14.000 soldados y agentes secretos que el régimen de Damasco tiene acantonados en el país. Les acusan de ser responsables del asesinato hace dos semanas del ex primer ministro Rafik Hariri. La renuncia del Gabinete libanés fue recibida con entusiasmo por decenas de miles de ciudadanos que desde primera hora se encontraban concentrados en los alrededores del Parlamento.

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"Anuncio la dimisión del Gobierno que tengo el honor de presidir a fin de que éste no constituya un obstáculo", afirmó ayer Karamé durante una reunión del Parlamento libanés. Fue una sorpresa para todos, incluida la oposición, que había promovido ese pleno con la intención de presentar una moción de censura contra él, y para la que en teoría no tenía votos suficientes. La iniciativa era la respuesta a la supuesta vinculación del Gobierno libanés, por acción u omisión, con el atentado que acabó con la vida de Hariri. En su mensaje de despedida, Karamé se lamentó de las calumnias e insultos recibidos y dijo profesar una gran admiración hacia el político asesinado.

Los parlamentarios, puestos en pie, acogieron el anuncio de dimisión de Karamé con una salva atronadora de aplausos, mientras la escena era difundida en directo por los canales de las televisiones y radios locales. La noticia de la renuncia provocó, asimismo, la reacción entusiasta de decenas de miles de ciudadanos que se hallaban concentrados en la plaza de los Mártires y que empezaron a proferir gritos de júbilo, improperios contra el régimen sirio, para acabar entonando juntos el himno nacional.

"El pueblo ha ganado" aseguró emocionado el principal líder de la oposición, el druso Walid Yumblat, al tiempo que agradecía el coraje de "la oposición y del pueblo que han hecho posible esta victoria". Después, trató de calmar y encauzar los ánimos y realizó un llamamiento para "hacer prevalecer la razón y no lanzar insultos chovinistas contra Siria, con la que estamos dispuestos a mejorar nuestras relaciones". Yumblat convocó a todos los ciudadanos libaneses a participar en un Gobierno nacional e imparcial, que tendrá como primera y más importante función la de supervisar las elecciones legislativas previstas en primavera.

La capital libanesa, prácticamente paralizada por una huelga general convocada por la oposición, festejó hasta altas horas de la noche su victoria. Los manifestantes confraternizaban con las tropas, abrazando a los soldados al tiempo que les entregaban rosas, en una muestra de desafío hacia las autoridades, que el día anterior habían prohibido todas las manifestaciones y concentraciones callejeras, para intentar en vano frenar la oleada de odio y protestas hacia el régimen de Damasco.

La plaza de los Mártires, escenario de la concentración callejera, rebautizada con el nombre de la plaza de la Libertad, se convirtió en punto de concentración de otros muchos ciudadanos, que empezaron a afluir desde diferentes puntos de la capital al difundirse la noticia de la dimisión del Gobierno de Karamé. El ruido de los cláxones de los coches, el estallido de los fuegos de artificio y las canciones patrióticas se mezclaron con las declaraciones de regocijo de numerosos diputados, que no dejaban de insistir en que éste era el inicio de la independencia nacional y el final de la tutela de Siria.

Decisión pactada

La dimisión del Gobierno prosirio de Karamé, presentada sin duda de acuerdo con Damasco, supone una señal de distensión del régimen del presidente Bachar el Asad, que desde hace varias semanas se ve asediado y confrontado por la comunidad internacional, que de manera unánime reclama la salida de sus tropas de Líbano.

Este acoso se ha visto agravado en las últimas 48 horas por las acusaciones vertidas por el Gobierno israelí de Ariel Sharon, que asegura que Damasco está directa o indirectamente vinculado al atentado suicida perpetrado en la noche del viernes en Tel Aviv, que se saldó con cinco muertos y medio centenar de heridos.

La renuncia del septuagenario Omar Karamé fue aceptada ayer a última hora de la tarde por el presidente de la República libanesa, Emile Lahoud, quien pidió, sin embargo, al jefe de Gobierno que continuara provisionalmente en su puesto, tramitando los asuntos ordinarios, mientras se configura un nuevo Ejecutivo.

Por otra parte, una persona resultó anoche muerta y otra herida en enfrentamientos registrados entre partidarios de la oposición y del Gobierno en la ciudad de Trípoli, al norte del país y cuna del dimisionario primer ministro, informó la televisión privada Futuro.

Manifestantes de la oposición, en el centro de Beirut.
Manifestantes de la oposición, en el centro de Beirut.REUTERS

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