_
_
_
_
DECORACIÓN | ESTILO DE VIDA

Hotel rural en la ciudad

Anatxu Zabalbeascoa

En una época en la que el diseño invade y disfraza los hoteles, cuando el nombre de grandes arquitectos se confunde con el de algunos establecimientos, una empresa de calzado ha optado por repensar lo que es un albergue. No han querido revestir. Han apostado por reinventar. Una sorprendente aventura hotelera que busca llevar su filosofía, las ventajas del campo para la vida urbana, hasta el mundo del viaje. La primera piedra de esta idea acaba de hacerse realidad con la inauguración del primer hotel Casa Camper en el barrio del Raval de Barcelona.

El origen de esta iniciativa está en la amistad entre un empresario y un diseñador metido a tendero exquisito. Hacía muchos años que Fernando Amat, propietario de Vinçon, que diseñó hace 30 años la primera tienda Camper, escuchaba de boca de su amigo Lorenzo Fluxá, propietario de Camper, el sueño de montar un hotel urbano, cómodo, contemporáneo, pero poco ostentoso, que ha tratado de corregir todas las incomodidades acumuladas por su diseñador y su promotor a lo largo de sus periplos por el mundo.

"El hotel refleja muchas de mis manías", comenta Fernando Amat. Por ejemplo, sus clientes podrán utilizar las dependencias del hotel para prepararles una copa a sus amigos, ofrecerles una taza de caldo, un plato de fruta o un yogur a sus visitantes. El huésped convertido en anfitrión es una de las ideas que sustentan la revolucionaria idea de Camper de lo que debe ser hoy un hotel. Pero hay más. Casa Camper es un hotel para no fumadores. Es ecológico: con agua calentada con la energía que acumulan las placas solares en la azotea, con reciclaje de aguas grises (el primer hotel del mundo en el que el agua de la ducha y de los lavabos se reutiliza en la cisterna), con recogida selectiva de desechos. Un hotel en el que cada habitación cuenta con una sala, separada, en la que recibir clientes, trabajar o ver la televisión. Sin minibar, "pero con una despensa abierta" que se incluye en el precio (alrededor de 200 euros la habitación). Con habitaciones sin moqueta en el suelo y sin colchas o cabeceros que den angustia porque en su lugar hay fundas de algodón lavables. Con luz natural en los baños o una hamaca que espera ser desplegada. Estancias sin pretensiones, pero con aspiraciones de libertad y descanso.

Mundo Camper. Lorenzo Fluxá y sus hermanos heredaron de su padre la fábrica de calzado Lotusse y "un espíritu abierto al mundo". El dueño de Camper llegó a los zapatos en los años setenta, y los revolucionó. "Durante años", explica Fluxá, "hemos regateado todo tipo de ofertas nacionales e internacionales para hacer ropa, perfumes, bolsos… Nos interesa el negocio, pero sólo si nos apasiona". Hoy, Camper se lanza a construir hoteles con sello propio. "Lo hemos hecho con intuición, pero sin experiencia. Creemos en lo que representa nuestro producto: el triunfo de la comodidad, la creatividad poco altiva y los valores del campo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_