EE UU mantiene contactos con la insurgencia iraquí, según 'Time'
EE UU mantiene contactos discretos con un sector de la insurgencia iraquí, según informa la revista estadounidense Time, que cita fuentes diplomáticas y de inteligencia. Estos discretos contactos, que los norteamericanos se niegan a calificar de diálogo, han abierto una "vía trasera" de comunicación para explorar las posibilidades de un compromiso que ponga fin a la violencia, y se llevan a cabo con elementos del antiguo Ejército de Sadam Husein y del partido Baaz, que aspiran al reconocimiento de su identidad política. No están incluidos los grupos islamistas, como el de Abu Musab al Zarqaui, al que Washington considera vinculado a Al Qaeda.
Mientras, los cinco muertos que la violencia política dejó ayer en Irak marcan la vuelta a la normalidad después del aumento de la tensión durante las celebraciones de la Achura."Esperábamos víctimas y, gracias a Dios, han sido menos de las que nos temíamos", declaró el portavoz del Ministerio del Interior, Sabah Kadhem. Kadhem admitió que los suicidas con explosivos adheridos al cuerpo suponen una nueva y preocupante tendencia. EE UU ha reaccionado a la violencia vivida en los últimos días con una gran operación militar sobre Ramadi, el vértice occidental del triángulo suní. "A petición del Gobierno iraquí", según fuentes norteamericanas, se inició ayer la Operación River Blitz para recuperar el control de la capital de Al Anbar, que lleva un año en manos de los insurgentes. Tras la conquista de Faluya en noviembre, Ramadi se había convertido en el centro de operaciones de la guerrilla.
Peregrinos decididos
Ni siquiera el recuerdo de los sangrientos atentados del año pasado en la misma fecha (200 muertos) intimidó a los cientos de miles de peregrinos que deseaban cumplir con los ritos de esa festividad, prohibidos durante el régimen de Sadam. No sólo chiíes iraquíes, sino también de Irán, Afganistán, Líbano, India o Bahrein, han esperado años para poder unirse a la romería que llega a Kerbala en conmemoración del martirio de Husein, el nieto del Profeta, cuando intentaba vengar la muerte de su padre, Alí, a manos del califa omeya. Fue una lucha que dividió a los musulmanes entre chiíes y suníes.
Ahora, cuando la intervención estadounidense ha dado un vuelco a la historia y permitido el triunfo de los chiíes en las urnas, los desafectos con el nuevo orden, en su mayoría árabes suníes, encuentran en esa leyenda una buena excusa para azuzar las tensiones comunitarias. Aunque los suníes kurdos están tan satisfechos con el cambio como los chiíes, buena parte de los árabes suníes lo han vivido como una agresión. Por un lado, han perdido el control del Estado que tenían con Sadam. Por otro, la consecuente asociación de suníes con sadamistas ha alienado a muchos que no lo eran. Finalmente, los islamistas violentos han aprovechado ese terreno para impulsar su agenda. Algunos dirigentes suníes han empezado a dar signos de querer participar en el proceso político.
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