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Reportaje:REFERÉNDUM EUROPEO | La jornada en el barrio del Carmel

Urnas vacías tras el desalojo

Sólo votó el 27,4% de los inscritos en el colegio electoral de los afectados por el derrumbe del barrio barcelonés del Carmel

Miquel Noguer

Nunca como ayer tantas personas habían sido convocadas a votar en el centro cultural Boca Nord de Barcelona. A los vecinos que habitualmente ejercen su derecho de voto en este lugar, situado justo en la salida del túnel de la Rovira, ayer se sumaron los 5.300 electores inscritos en el colegio público El Carmel, que a causa del hundimiento del túnel del metro no pudo abrir para que los votantes depositaran las papeletas.

El colegio, como buena parte de las viviendas de esos vecinos, se encuentra dentro del perímetro de seguridad creado tras el derrumbe por las obras. Pero ni las vallas que rodean la zona, ni los precintos de seguridad ni el hecho de llevar más de tres semanas viviendo en diferentes hoteles desanimaron a unos vecinos que ya a primeras horas de la mañana se acercaban hasta su mesa electoral provisional. "Siempre hemos votado, ¿por qué no deberíamos hacerlo esta vez?", respondía Josefa Pereira, una de las vecinas de la calle de Llobregós que el 27 de enero vio cómo la casa de sus vecinos se hundía.

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Como otros 1.057 vecinos, Josefa y su marido aún no saben qué pasó exactamente unas decenas de metros por debajo de sus casas. Fuera lo que fuera, causó tal socavón que les obligó a salir con lo puesto. Siguen enfadados, y ayer se planteaban demostrarlo lanzando un no en la urna electoral sin pensar mucho qué significaba esta opción de voto. Finalmente, Josefa y su marido optaron por el aunque lanzando una advertencia: "Es la última vez que vamos a votar si no nos arreglan esto".

A media mañana, todas las miradas se concentraban en la mesa U. En ella debían votar la mayor parte de los 1.058 desalojados del barrio y para facilitarlo, el Ayuntamiento había reforzado el servicio de autobuses entre los hoteles y el colegio electoral. Pero estas facilidadades no fueron suficientes para animar a votar. Al final, sólo votó el 27,4% de los inscritos en esta mesa, 16 puntos por debajo de la media registrada en la capital catalana. El ganó con el 76,5% de las papeletas, mientras que el no se llevó el 16,4%, lo que, dejando aparte la abstención, sitúa a este vecindario como uno de los más fervientes defensores del Tratado de toda la ciudad.

Carlos, el segundo vocal de la mesa, era uno más de los desalojados y se tomaba con resignación el hecho de tener que pasar un domingo entero sentado tras una urna medio vacía. "Recibí la carta que me convocaba a formar parte de la mesa el día antes de los hundimientos y del desalojo, pero aquí estoy", afirmaba con cierto conformismo.

Muchos de los votantes que a lo largo de la jornada desfilaron por esta mesa eran conocidos suyos. Y la pregunta era obligada: "¿Sabéis algo de cuándo regresamos?". Cuando se formaba alguna cola ante la mesa, las discusiones tomaban mayor entidad entre los que consideran que lo acontecido en sus casas fue un accidente y los que hablaban de grave irresponsabilidad y fraude, utilizando, eso sí, palabras menos elegantes. También abundaron los que fueron a votar por inercia. Como Margarida Tolsà, vecina desalojada y poco convencida de la utilidad de su voto. "En realidad, no sé por qué he hecho el esfuerzo de venir si al final éstos", dijo refiriéndose a los políticos, harán lo que quieran".

Aficionados a la petanca en el Carmel muestran su solidaridad con los vecinos afectados.
Aficionados a la petanca en el Carmel muestran su solidaridad con los vecinos afectados.MARCEL·LÍ SÀENZ

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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