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MUSEO GUGGENHEIM DE VENECIA | LA INVENCIÓN DE UN ARTE NUEVO

Brancusi retrata en sus fotos un universo siempre cambiante

Las fotografías de Constantin Brancusi (1876-1957) no son técnicamente perfectas, y por ello se ganó la fama de mal fotógrafo. Sin embargo, manejaba con habilidad la luz, la iluminación, pero sobre todo la creación de espacios escenográficos. La exposición Brancusi, la obra blanca, abierta en el Museo Guggenheim de Venecia (www.guggenheim-venice.it, hasta el 22 de mayo), se ocupa de restituir al gran escultor del siglo XX su autoridad como fotógrafo.

La fotografía de Brancusi ha sido siempre presentada como un documento de la escultura. Las 89 imágenes expuestas en el Guggenheim, provenientes del Centro Georges Pompidou de París, son analizadas por su propio valor formal. Las fotos brancusianas, todas impresas por el escultor, son retratos de un universo que se modifica constantemente. Se exhiben además cinco esculturas, tres en yeso, propiedad del Pompidou, y dos en bronce, del Guggenheim.

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"Su trabajo de escultor concluye con la fotografía. La fotografía es una verdadera obra y es el lugar donde termina su escultura, porque el atelier era el espacio donde la escultura vivía y él sabía que algún día éste dejaría de existir. Por esto, la foto es el estudio, es una obra química en la cual percibimos lo que se sentía en el taller", comenta Paola Mola, que junto con Marielle Tabart, del Atelier Brancusi del Pompidou, ha comisariado la exposición.

La muestra está dividida en ocho apartados, que permiten al espectador apreciar los experimentos fotográficos que Brancusi realizaba a sus criaturas de bronce, mármol, madera o piedra con sus ocho cámaras fotográficas o las dos de cine, una de 16 milímetros y otra de 35. Todas las fotos están tomadas en su taller, y al mismo tiempo son imágenes que producen la idea de cambio constante, de metamorfosis de los objetos. "Era un mago de la luz, a veces usaba cuatro fuentes distintas. Creaba escenas en espacios complejos", afirma Mola.

En el primer capítulo predomina el fondo del estudio y un mismo ángulo de toma reconstruido una y otra vez. Las esculturas parecen personajes de un teatro. Más adelante, el artista utiliza esculturas en yeso de La musa dormida o Torso de adolescente para realizar cambios de percepción. En el tercer apartado, el bronce de obras como El pájaro y la Princesa X sirven para crear reflejos y manipular la luz indirecta. Llega Brancusi incluso a experimentar las posibilidades de la cámara oscura, crea variaciones de los objetos a partir de las sombras y del uso de fotogramas cinematográficos. La técnica mejora y, como en la escultura, exigente y preciso, imprime fotos de gran formato. La muestra concluye con la impresión de algunos fotogramas de la escultura Leda, que, como una bailarina, gira sobre un disco de bronce. Una imagen que Brancusi mantuvo expuesta toda su vida en una pared de su estudio.

<i>Eva Roble</i> (1916- 1921) y <i>El recién nacido II<i> (mármol blanco, hacia 1916), de Brancusi.
Eva Roble (1916- 1921) y El recién nacido II (mármol blanco, hacia 1916), de Brancusi.

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