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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El retorno de Orfeo

Estudios de hace aproximadamente cuatro décadas (Kushner, Sewell, Strauss, Friedman) efectuaron un rastreo minucioso del orfismo en la literatura de distintas épocas y culturas. Años atrás, Rilke había escrito que "todo canto es Orfeo" (Sonetos a Orfeo, V). Aceptada de manera unívoca la identificación de la figura del poeta con el músico tracio, una antología como Poetas órficos, de Ruiz Soriano, sería un acierto al margen de la nómina de elegidos, y su título constituiría un pleonasmo. No obstante, el antólogo matiza esa identificación según la presentación del mito en Virgilio (Geórgicas, IV) y las modulaciones aplicadas a partir del Renacimiento por Garcilaso, Shakespeare, Milton o Dryden. Más recientemente, el Simbolismo concibió al poeta como un ser alumbrado que tiende desde lo conocido hacia lo incógnito mediante el símbolo, a través de un camino iniciático a cuyo término alcanzaría una armonía totalizadora. Así se pondera el poder de la palabra poética, trasunto del canto de Orfeo capaz de ablandar las entrañas de los dioses infernales que retenían en el Tártaro a su esposa Eurídice. Pero a mediados del pasado siglo las cosas habían cambiado: la Antología consultada de Ribes (1952) consideraba al poeta un hombre del común que, en palabras de Hierro, debería cantar "lo que los demás hombres cantarían si tuviesen un poeta dentro". Contra la idea órfica o simplemente platónica del vate inspirado se pronuncia también Castellet en Veinte años de poesía española (1960), donde anuncia la muerte de la poética simbolista. La selección de Ruiz Soriano, que reúne a autores de las tres generaciones de posguerra, no se opone a otras pero subraya aspectos esenciales de lo órfico que aquéllas han obviado: concepto chamánico y oracular del poeta; poesía como descenso a los infiernos, interpretable en clave histórica, existencial o moral; y redención ascética. Esta teología órfica suele comportar un lenguaje esotérico, requisito de la iluminación que acaba convirtiéndose en sinónimo de ella, si es verdad, como escribe Ory, que "la palabra hermético equivale a inspirado".

POETAS ÓRFICOS

Francisco Ruiz Soriano

Huerga & Fierro

Madrid, 2004

234 páginas. 15,50 euros

Como todas las demás, esta antología implica unas pautas valorativas de las que deriva el que unos estén y otros no. Presentarla, según se hace aquí, sin referirse a tales jerarquías, como si fuera tan sólo "una muestra" y no una selección, es un escamoteo al día de hoy, en que la vida social está regida por la retórica de la presencia: sólo existe lo que aparece, lo que "está". El mayor de los seleccionados es Celaya, cuya inserción ha obligado al antólogo a rescatar al poeta mistérico de las cadenas épicas o sociales. Otros autores, entre las dos primeras generaciones de posguerra, son Cirlot, Ory, Álvarez Ortega y Alfonso Canales. De entre los del cincuenta figuran Tomás Segovia y Ángel Crespo. Pero la parte del león la llevan los sesentayochistas: Clara Janés, Colinas, Siles, Leopoldo María Panero, Talens, César Antonio Molina y Abelardo Linares. Cualquiera que sea el grado de acuerdo sobre la nómina, es ésta una buena ocasión para leer a algunos autores que han carecido de púlpito adecuado (Crespo, Canales, Segovia), pero también a los que, como Celaya, están asimilados a la estética del socialrealismo, que no es la única que practicaron.

Leopoldo María Panero y Gabriel Celaya, vistos por Soledad Calés.
Leopoldo María Panero y Gabriel Celaya, vistos por Soledad Calés.

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