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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La familia, estúpido

Con su libro anterior, Crecer es un oficio triste, una estupenda colección de relatos, el peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) hacía un corte vertical de la familia ("familias, ¡cómo os detesto!", dice un personaje de la última novela de Jorge Edwards que decía Gide y, sin embargo, qué sería de la buena literatura sin las historias de familias, ese microcosmo de pasiones, tensiones, odios y, por qué no, sus contrarios) a partir de las historias de un joven limeño, protagonista de todos aquellos cuentos con la única variante de la edad. Ahora con esta novela hace un corte horizontal. Pudor es un inteligente mosaico donde aparece la familia, desde el abuelo hasta el gato (el gato piensa, siente, ama, padece, y lo cuenta: nunca había leído una tan vivida y atroz lucha por una gata, y de las consecuencias que aquella fallida experiencia le produjo, además de heridas mil), en todo su esplendor y en toda su decadencia. La familia, Alfredo, Lucy, Mariana, Sergio, el abuelo Papapa, y los tíos, y los primos, y la secretaria, y los desconocidos, y los amantes y los desamantes, es troceada con mano hábil de matarife de laboratorio por donde más duele, por donde más se deja ver, lo seccionado, y los lectores nos agarramos al microscopio sin perder detalle. En Pudor se habla mucho de sexo, iniciático, rutinario, esporádico, o inalcanzable (¿sexo o amor?); se habla de incomunicación, del desgaste de las palabras, de los sentimientos, de las rivalidades y de las caricias, de los cansancios y de los deseos; se habla del recuerdo (de un amor imposible, como el de Papapa, la más tierna y emotiva historia de todas ellas) y del engaño. Se desnudan los personajes, desde Sergio, el chaval todavía por hacerse, hasta el abuelo que intenta no deshacerse todavía (convertirse en polvo; bueno, polvo sí, pero enamorado: es muy hermoso el papel que le ha escrito Roncagliolo al abuelo), pero además se cruzan, con toda naturalidad, con fantasmas, la abuela entubada y sin dientes, si acaso no lo fuesen ya todos ellos, fantasmas. Es una historia demoledora sobre la gran mentira de la familia y también es una hermosísima historia de familia. Es cruel, a veces, con unos, tierna, con otros; patética, con unos, generosa, con otros.

PUDOR

Santiago Roncagliolo

Alfaguara. Madrid, 2005

184 páginas. 13 euros

Hay mucho humor, y amor,

y malhumor, y desamor. Episodios sangrantes, que chirrían y, a la vez, conmueven, convencen. Y está contada, la novela, con ese gusto por los detalles, mínimos, insignificantes, pero determinantes, de los relatos norteamericanos. Roncagliolo y su cuadrilla latinoamericana ya no buscan las raíces en su tierra, en sus antepasados, sino más allá de Río Grande, en sus contemporáneos, y está bien que así sea, siempre que muestren la calidad que aquí se nos da.

Santiago Roncagliolo, en una imagen de archivo en Madrid.
Santiago Roncagliolo, en una imagen de archivo en Madrid.MARINA DEL MAR

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