"Europa es una operación en la que sólo hay ganadores"
El liberal Louis Michel (Tirlemont, Bélgica, 1947) fue comisario europeo para la Investigación y actualmente lo es para el Desarrollo y la Ayuda Humanitaria. Tiene en su haber la gran experiencia política adquirida en su país, donde fue viceprimer ministro, y ocupó las carteras de Asuntos Exteriores y Reforma Institucional. Michel se confiesa universalista, además de proeuropeo a conciencia, y destaca la trascendencia del referéndum sobre la Constitución que se celebrará el domingo en España.
Pregunta. ¿Por qué los europeos necesitan una constitución?
Respuesta. Porque es necesario un instrumento que consagre definitivamente los valores europeos, el estado de derecho, la democracia, los derechos fundamentales; en definitiva, una herramienta que sirva a los ciudadanos para que en todo momento puedan invocar sus derechos en Europa.
"La Constitución europea consagra y refuerza la solidaridad fundamental entre países"
P. ¿Qué destacaría de ella?
R. Recoge, sobre todo, los derechos individuales, el derecho a la diferencia, y a la libertad de opinión desde el punto de vista filosófico, político y religioso.
P. ¿Y desde el punto de vista social?
R. Da más garantías y recoge el modelo social europeo, consagrando el diálogo social. Algunos han querido demonizar a Europa diciendo que no es lo suficientemente social, pero yo me pregunto si estaríamos tan avanzados a nivel social si no fuese por la construcción europea. ¿Cómo estaríamos sin Europa? Por ejemplo, España, actualmente un país moderno, democrático y solidario, no tendría el nivel de protección social y prosperidad que tiene, y eso también es válido para otros países como Irlanda, Bélgica y la mayoría de los países de la UE. Europa ha sido una operación en la que sólo hay ganadores. Consagra y refuerza la solidaridad fundamental entre países, que se plasma en transferencias concretas de recursos de los países más ricos a los menos ricos. Queda mucho por hacer, pero sin Europa, cada país miraría para sí mismo. Europa es un mecanismo de redistribución que funciona, y no existe un modelo parecido de solidaridad en el mundo. El proyecto europeo es la gran realización política del siglo XX.
P. ¿No es contradictorio ese modelo de solidaridad con el aumento de los nacionalismos?
R. Uno de los puntos fuertes de la Constitución es precisamente el reconocimiento de los derechos de las minorías. Los nacionalismos no son siempre instrumentos de defensa de los derechos de minorías; a veces no son necesariamente compatibles con una visión universal del hombre, sobre todo cuando son particularmente excluyentes. Cuando el objetivo es la exclusión no son moralmente aceptables. Yo a nivel personal rechazo todos los nacionalismos. Reconozco que se puede ser nacionalista, patriota, pero no sin ser patriota del mundo al mismo tiempo. La dinámica actual del mundo lleva a la universalidad, y quizás porque esta dinámica a veces va muy deprisa surgen movimientos nacionalistas que en realidad expresan temores. Hay un deber de responsabilidad con la propia comunidad, pero el hombre no está solo en el mundo, que es cada vez más una aldea global.
P. Precisamente la globalización es muy criticada.
R. El modelo europeo es la verdadera respuesta a los efectos perversos de la globalización, porque asocia lo positivo de los dos modelos contrapuestos: la economía de mercado y el socialismo.
P. ¿Qué sectores en Europa piden el no a la Constitución?
R. En general la extrema derecha no democrática, y los nacionalismos que, de forma injustificada, piensan que Europa les tomará una parte de la soberanía nacional, lo que es falso. No creo que el federalismo europeo vaya a acabar con el Estado-nación, al contrario. Los estados-nación son necesarios y lo seguirán siendo para aplicar la subsidiariedad porque están más cerca de los ciudadanos. España puede jugar un papel fundamental en Europa y los europeos necesitamos que los españoles participen en el referéndum y se convenzan de que sin Europa no tendrían las perspectivas y la prosperidad de que disfrutan. La Constitución no está hecha para los empresarios, sino para los ciudadanos, porque les da más garantías y derechos. Mi mensaje a los españoles es, primero, que acudan a las urnas y tengan presente que toda Europa les está mirando. No es un acto banal. Pueden marcar la diferencia en Europa, y deben hacerse algunas preguntas cuando vayan a votar. ¿Con Europa habrá más paz?, ¿tendremos un comercio más equitativo? ¿serán mejores las normas sociales? ¿los jóvenes tendrán más perspectivas? ¿habrá más libertad para sus ciudadanos? Y la respuesta a todas ellas es sí. Son cosas tan evidentes que a veces se olvidan.
P. ¿Cómo contempla el fenómeno de la inmigración a la luz de la Constitución?
R. No estoy a favor de que Europa atraiga a los inmigrantes que son necesarios en sus países de origen, ni que haya una elección a la carta por criterios económicos, ni que se apliquen sanciones a esos países. La UE debe reforzar con ellos su cooperación al desarrollo. Se necesita una política europea común de inmigración y una política de desarrollo que dé a los inmigrantes en sus propios países perspectivas económicas, y hay que respetar los principios del asilo político, un elemento sagrado.
P. ¿Ve voluntad política para llevar a cabo esa cooperación?
R. Las recetas aplicadas hasta ahora han fracasado. Las únicas válidas serán las que promuevan la prosperidad. Le pongo como ejemplo la ampliación de la UE. Ha funcionado. Hay estudios de la Comisión que demuestran que no habrá una llegada masiva de ciudadanos de los nuevos países. Se calcula en unos 300.000 los desplazamientos sobre un total de 450 millones de la UE. Y además indican que el flujo es en los dos sentidos. Lo mismo pasa con la política de vecindad que impulsa la Unión, y lo mismo ocurrirá si hay un verdadero proyecto europeo en África.
P. Usted ha dicho que la cuestión del desarrollo es hoy más candente que nunca ¿por qué?
R. Porque nos enfrentamos a dos grandes desafíos: el terrorismo y la humanización de la globalización. Ambos tienen en común una cosa: el desarrollo es fundamental para enfrentarse a ellos. Se puede luchar contra el terrorismo con una cooperación masiva con los países más pobres, donde la gente está desesperada y dispuesta a echarse en brazos de los terroristas. La globalización puede ser una oportunidad para ellos. Al mismo tiempo es necesario un Gobierno mundial reforzado, para lo cual promuevo la idea de un comité económico y social de la ONU, con representación de las grandes regiones, como África y Latinoamérica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.