La Tate Modern entra en el espíritu atormentado de August Strindberg a través de su pintura
Más de 100 obras revelan su potencia expresiva y su influencia en los lenguajes del siglo XX
August Strindberg (1849-1912), uno de los más celebrados escritores suecos, selló su atormentada personalidad en series de pinturas, dibujos y fotografías cargadas de un impactante componente autobiográfico. Reconocidas en las últimas décadas por su potencia expresiva y su influencia en la evolución del arte moderno y contemporáneo, se reúnen en la primera exposición retrospectiva que el museo Tate Modern dedica al erudito artista. La muestra, que incluye retratos del escritor realizados por Munch o Larsson, estará en Londres hasta el próximo 15 de mayo.
August Strindberg abrió una brecha en la historia de la dramaturgia a partir de obras de calado social y técnicas revolucionarias, como La señorita Julia o La danza de la muerte. Dejó un legado de cerca de 70 obras teatrales, más novelas, ensayos. Una faceta quizá más desconocida, como la de artista plástico, es ahora objeto de revisión en Londres.
En ella se concentra la muestra retrospectiva del museo Tate Modern, August Strindberg: pintor, fotógrafo, escritor, en la que se reúnen unas 70 pinturas y cerca de 30 fotografías, además de cartas, dibujos y algunas esculturas. Paralelamente, el Real Teatro Nacional de Londres presenta un nuevo montaje de Sueño, que su autor describió como su "obra más querida", "la niña de mi mayor pesar", mientras que la BBC va a emitir por radio sendas versiones de Jugar con fuego y El pelícano.
Se trata de un esfuerzo coordinado de las tres instituciones para celebrar la trayectoria de un genio innovador, dueño de una visión única. Interesado por la ciencia y la alquimia, estaba convencido de poder transformar el metal en oro. Sus experimentos le llevaron, sin embargo, al borde de la locura, a ese Infierno que él mismo relató en textos biográficos y expresó en una serie de cuadros de mares embravecidos, cielos tormentosos y paisajes oscuros y opresivos. Misógino declarado, con una turbulenta vida doméstica que se zanjó en tres divorcios, algunos estudiosos también descubren en Strindberg un abierto antisemitismo.
La obra pictórica de Strindberg, en mayor medida que sus experimentos fotográficos, se reconoce hoy por su potencia expresiva y por ser pregonera de movimientos artísticos fundamentales. Volcada en el paisajismo, adelanta lenguajes del siglo XX, como el surrealismo, el expresionismo abstracto o el informalismo. "Podemos descubrir paralelismos, y mantenernos alerta al arte que vino después, como si fuera una especie de premonición del surrealismo, del expresionismo y de mucho más", escribe el crítico de arte de The Guardian, Adrian Searle, antes de mencionar como referentes a Philip Guston, Max Ernst, Henri Michaux, Gerhard Richter y otros artistas posteriores a Strindberg. Entre las influencias del autodidacta creador sueco, que construyó una teoría en torno al azar en Artes nuevas: del azar en la producción artística, hay que resaltar a Turner.
Strindberg no alcanzó en su arte plástico la maestría que se le reconoce en el teatro. Pero las pinturas y fotografías delatan su espíritu atormentado. "En sus obras de teatro", señala Helen Sainsbury, comisaria de la exposición junto con Olle Granath, anterior responsable del Museo Nacional de Estocolmo, "conectaba muy bien con la sociedad. Sus pinturas eran experiencias catárticas". El director de la Tate Modern, Vicente Todolí, por su parte, advierte en las pinturas "la soledad de un espíritu creativo intransigente".
Esa soledad se palpa en la mayoría de los cuadros. Un faro iluminado entre horizontes ennegrecidos; una boya en medio de un mar violento; una marca blanca azotada por los vientos en el borde del acantilado; un árbol en un paraje hostil... Parecen escenas autobiográficas de un ser melancólico que ofendió con sus escritos a los altos estamentos de Suecia y se sintió por ello aislado de la sociedad. El punto de humor asoma en unos autorretratos fotográficos en los que adopta distintas personalidades, de padre, guitarrista folk, aristócrata, escritor... Estas imágenes van acompañadas de una leyenda y, en una de ellas, Strindberg escribe: "Gracias a Dios que ya ha terminado el verano. Sería feliz si fuera invierno todo el año".
Retratos
Derrochaba una intransigencia irónica en el trato con sus amigos artistas, como Edvard Munch o Carl Larsson, algunos de cuyos retratos de Strindberg se exhiben en Londres. Pintando en una playa, el viento echó a volar el caballete del maestro noruego, quien supo a quién culpar del incidente: "El viento es Strindberg intentando molestarme en mi trabajo". En otra ocasión, el dramaturgo escribió en una postal a Munch: "Tu intento de asesinarme ha fallado. Te lo agradezco".
Más expresiva del peculiar talante de Strindberg es la explicación que dio a Gauguin al negarse a contribuir en el catálogo de una subasta de sus obras: "No puedo o, más crudamente, no quiero hacerlo... No puedo entender tu arte, ni puede gustarme... Pero sé que esta confesión ni te extrañará ni te dolerá, porque me parece que siempre sales fortificado con el odio de los demás; tu personalidad se deleita en la antipatía que despierta, ansiosa, como es, de mantener su propia integridad". Gauguin, no obstante, publicó dicha misiva como introducción al catálogo de una subasta destinada a recaudar fondos para un nuevo viaje a Tahití.
Babelia
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