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El portavoz de los obispos equipara la selección de embriones con la eugenesia

Martínez Camino dice que "tirar a la papelera" embriones desechados atenta contra la vida

"Ni para salvar al mundo". Las técnicas de reproducción asistida le parecen a la Iglesia católica un crimen injustificable y sin matices. Lo reiteró ayer el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino. "Si para curar a un hermanito produzco ocho embriones, crío a uno en probeta y los otros los tiro a la papelera, esto se llama eugenesia. Se trata de curar a un ser humano a costa de cinco hermanos suyos a quienes quito el derecho a la vida", dijo sobre el anteproyecto de Ley de Reproducción Asistida, presentado el martes por el Gobierno y que permite, bajo control médico, la selección genética de embriones para dar a luz a un hijo capaz de curar a un hermano enfermo.

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El fantasma de la eugenesia, como aplicación de la genética para higienizar las razas o mejorarlas, recorrió Europa en los años veinte del siglo pasado. Entendida como un método seleccionador de hombres, la palabra eugenesia, como la palabra eutanasia, acabó en el basurero de aquella historia, pese a sus hermosas eufonías, porque ambas fueron usadas sin piedad por los nazis y otros criminales de utopías. La declaración del portavoz de los obispos españoles, ayer, sobre la ley de reproducción asistida que se propone aprobar pronto el Gobierno socialista, aludía a esos terribles precedentes, a pesar de que la legislación española, la vigente y la futura, dedica muchos de sus artículos a evitarlos.

La tesis del portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal es que la reforma de la Ley de Reproducción Asistida, al permitir la selección de embriones para traer al mundo hijos sanos que pueden ser utilizados para curar a hermanos enfermos de dolencias hasta ahora incurables, es equivalente a la eugenesia. "Si para curar a un hermanito produzco ocho embriones, y con un día dos, o tres, selecciono los buenos, los que van a ser compatibles, crío a uno en la probeta, y los otros los tiro a la papelera, esto se llama tratar de curar a un ser humano a costa de cinco hermanos suyos a quienes se quita el derecho a la vida. Esto es gravísimo para el futuro del ser humano", argumentó Martínez Camino en declaraciones a Antena 3 que distribuyó más tarde la agencia Europa Press.

Según Martínez Camino, la Iglesia católica no está sola en la consideración de que los embriones tienen todas las características genéticas del ser humano. "Si usted no lo tira a una papelera, se desarrolla y es un ser humano. ¿Eso qué es? ¿Un ser canino, o un mineral o un grupo de genes? Es un cuerpo humano vivo distinto del padre y de la madre, y tiene derecho a la vida, y no puedo sacrificarle por nada, aunque sea para salvar al mundo", explicó el portavoz episcopal, un jesuita y ex profesor de Dogmática en la Universidad Pontificia de Comillas que antes de acceder a la portavocía episcopal, en junio de 2003, era director de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, encargada de velar en España por la pureza de las enseñanzas eclesiales y que hasta el concilio Vaticano II (1962-1965) se conocía como Santo Oficio de la Inquisición.

No es la primera vez que la Conferencia Episcopal se pronuncia sobre las técnicas de reproducción asistida, la clonación y el tratamiento de enfermedades con embriones humanos. Lo hizo cuando el Gobierno presidido por Felipe González aprobó en 1988 la primera ley de Reproducción, y reiteró sus criterios frente al Gobierno del PP, que introdujo hace dos años algunas reformas a aquélla. "Una reforma para mejor, pero muy insuficiente", se tituló esta vez la Nota episcopal, de 25 de julio de 2003.

Humanos y animales

Pese a esa apreciación positiva, los prelados expresaban ya sus recelos por lo que pudiera pasar en el futuro: "En las tres últimas décadas han sido muy notables los adelantos realizados en el conocimiento de la biología de la reproducción y en sus aplicaciones. También en el campo de la genética se han abierto insospechados horizontes para la prevención y la curación. Pero, sin desconocer los esfuerzos loables de muchos profesionales de la medicina y del derecho, hemos de decir que algunas técnicas y leyes permiten que se trate a los seres humanos como si fueran cosas o animales que se pueden producir, manipular o incluso comercializar. Ciertas novedades llamativas, más espectaculares que curativas, pueden hacer olvidar algo de vital importancia: que las personas no deben ser producidas o reproducidas en los laboratorios, sino procreadas en la unión interpersonal de los esposos".

Juan Antonio Martínez Camino, en una imagen de archivo.
Juan Antonio Martínez Camino, en una imagen de archivo.LUIS MAGÁN

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