Las instituciones por dentro
La Comisión Europea ha sido, es y será eje fundamental para el buen funcionamiento de la Unión Europea. Es un órgano mal conocido, de difícil comprensión, por su doble función gestora y legislativa, y objeto de las críticas de los gobiernos de los países miembros a través del Consejo de Ministros y del Parlamento Europeo. Tal vez sea el elemento más débil de la trilogía, y todos parecen interesados en que siga siéndolo, pese a su papel insustituible. "La posibilidad de que a la Comisión le aguarden días amargos no es descartable, a pesar de que con la ampliación a 25 Estados miembros su papel debería ser más significativo que nunca", escribe Ángel Viñas en Al servicio de Europa, un libro sumamente útil para comprender la crisis que han vivido las instituciones comunitarias, y en particular la Comisión Santer, durante la pasada década y cuya lectura sería muy recomendable no sólo para los estudiosos de la UE, sino también para todos aquellos funcionarios de los países de la ampliación que acaban de desembarcar en Bruselas, con cierta candidez aunque resueltos a defender sus intereses nacionales. Léase, en particular, el apartado del capítulo 2, centrado en el mundillo funcionarial y en lo que representa para cada socio tener presencia en los gabinetes y gran peso en las direcciones generales. A día de hoy las cosas no han variado mucho pese a las iniciales buenas intenciones de Romano Prodi cuando llegó en septiembre de 1999 a la presidencia de la Comisión Europea. La tarta se la reparten fundamentalmente alemanes, franceses y británicos.
AL SERVICIO DE EUROPA Innovación y crisis en la Comisión Europea
AL SERVICIO DE EUROPA
Innovación y crisis en la Comisión Europea
Ángel Viñas
Editorial Complutense
Madrid, 2005
572 páginas. 21 euro
Viñas, economista e historiador, ha abandonado en esta ocasión sus investigaciones sobre el franquismo y las relaciones bilaterales con Estados Unidos, para analizar desde una visión empírica las experiencias de casi 20 años como alto funcionario comunitario. No se trata de ninguna memoria autobiográfica, como bien señala al comienzo de la obra, sino de un libro de historia que quiere aplicar un enfoque riguroso. Y no podría ser de otro modo tratándose de un excelente conocedor de los complicados entramados de la arquitectura institucional europea sobre la que en muchos foros se vierten tantas veces juicios equivocados muy superficiales.
Lo más relevante de este volumen es, sin duda, el análisis mesurado y objetivo que el autor hace de una de las épocas más duras por él vividas en Bruselas: el acoso y derribo de la Comisión de Jacques Santer (1995-1999) tras la época gloriosa de Jacques Delors. Viñas no es una excepción. También le encandiló el periodo de liderazgo delorsiano. Pero el socialista francés tal vez tuvo la ventaja sobre sus sucesores de tener que manejar asuntos teóricos que luego tuvieron que aplicarse (la moneda única, la PESC -Política Exterior y de Seguridad Común- o la ampliación). Su análisis de la crisis está muy lejos de las interpretaciones interesadas recogidas en las memorias de algunos de los protagonistas o de las majaderías que hubo que leer, ver y oír antes, durante y después de esa "euromasacre", como la bautizó un corresponsal británico en Bruselas. "En el vía crucis del colegio Santer se dieron cita perspectivas de alta política, luchas por el poder, errores mayúsculos y, ¿por qué no decirlo?, una briznita de conspiración", prologa Viñas en su libro. Probablemente se queda corto en lo de la "briznita". Y en ese sentido resulta sumamente explicativa toda la parte tercera del volumen titulada: Engranajes de una crisis: Mixtificación, demagogia, errores y conspiración. Constituye también muy esclarecedor el juicio que le merecen las conclusiones del denominado "grupo de sabios", que tildaron prácticamente de irresponsables a todos los comisarios y que precipitaron la dimisión en bloque del Ejecutivo de Santer. "Los inquisidores ningunearon los esfuerzos de millares de funcionarios de buena voluntad que, contra viento y marea, en circunstancias difíciles, se habían obstinado en mantener enhiesto el pabellón del servicio público europeo. Naturalmente que había ovejas negras; naturalmente que había muchas cosas que corregir, pero decir que no habían encontrado a nadie que tuviese el menor sentido de responsabilidad era demasiado" (página 382).
La dimisión de Santer no desembocó como en un principio se anticipó en una Comisión fuerte en manos del ex primer ministro italiano Prodi. Si acaso lo único que produjo es el fortalecimiento del rol de la Eurocámara, por otra parte, lógico. Se vio durante la etapa de Prodi y se ha visto en los primeros compases de la de Durão Barroso. El libro de Viñas no recoge el poco encomiable proceso de elección del ex jefe del Gobierno portugués y hace algunas referencias, bastante críticas, a la gestión de Prodi, a quien califica de político débil y de no haber sido capaz de ganarse el prestigio debido ante los líderes de la UE. Le imputa dos errores tácticos: sus palabras negativas sobre el Pacto de Estabilidad (probablemente malinterpretadas) y sus contribuciones, también equivocadas, según el autor, al futuro tratado constitucional aprobado por los Veinticinco en junio pasado y sobre el que los españoles nos aprestamos a votar en referéndum el próximo día 20. La etapa de Prodi tal vez merecería una investigación posterior tan mesurada y objetiva como la que Viñas realiza de sus casi veinte años "al servicio de Europa". El sueño del autor, como el de quienes creen en la aventura europea, es la de una Europa más unida e integrada, que supere los intereses particulares y con mayor presencia e influencia internacional.
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