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ARCO 2005

'Performadoras' y músicos

"La selección no es representativa, porque el apoyo es a un grupo muy reducido que es el de los artistas que trabajan con galerías en México, que en sí mismo ya es muy pequeño, y aunque está bien que los apoyen, es verdad que ha habido muchas críticas en el país porque la inversión realizada es superior al presupuesto anual de algunos museos y no se corresponde con la realidad artística", indica Mónica Mayer (México, 1954), que ayer participó en una de las mesas de debate del Foro de Expertos en el marco de Arco. Mayer es un ejemplo de artista de la performance -ella utiliza la palabra "performadora"- que no ha trabajado en los cauces comerciales y que, además, ha intentado recuperar una historia, la de las artes no objetuales de los años setenta y ochenta, que explica que aún no está representada en ningún museo. "No es extraño que muchos chavos [jóvenes] se crean que el arte contemporáneo empezó en México en los años noventa, porque, por ejemplo, en los museos no hay todavía ninguna pieza o documento de los muchos colectivos politizados que abundaron en los años setenta", explica.

Recientemente ha publicado el libro Rosa chillante. Mujeres y performance en México, en el que hace un repaso al importante y revulsivo papel de las performadoras, que considera mantienen su fuerza en los noventa ya que fueron ellas, señala, las que llevaron a la "repolitización" del arte mexicano con sus acciones sobre temas como, por ejemplo, las asesinadas de Ciudad Juárez. Mayer saca de un inmerecido olvido a colectivos y artistas que siempre han tenido muchas dificultades para sobrevivir únicamente con su arte. "Mercado casi nadie tiene. Supuestamente, hay 30.000 artistas en el país, pero sólo un 3%, siendo generosos, puede vivir del mercado. En la performance aún es más difícil porque sólo ahora se está empezando a conseguir que las instituciones o centros paguen la producción, pero lo importante es hacer las cosas porque se siente y se quiere hacerlo. De hecho, uno de mis trabajos es un taller de "reinmersión artística". Muchos artistas han abandonado pensando que no tienen talento porque el mercado no los quiere, y no, lo que pasa es que no lo hay. Hay que seguir pese a ello".

De hecho, la performance, aunque no precisamente la de las mujeres, está en la base de las obras de algunos de los artistas más influyentes en México -como el mismo Santiago Sierra-, y algo de ello puede verse en la feria. En el mismo pabellón mexicano, una de las propuestas más curiosas va de la mano de la galería Kurimanzutto, que también hace doblete en la sección general. Esta galería, en cuyo origen estuvo el artista Gabriel Orozco, ha cedido su espacio a un colectivo Nuevos Ricos. De hecho, es una productora discográfica y lo que venden son discos, camisetas, chapas y fanzines de promoción. "Nuevos Ricos es una disquera que representa a nueve grupos que hacen música relacionada con el espectáculo y la performance", explica el artista Carlos Amorales, uno de los tres socios de la productora junto a Julián Ledé y André Pahl. Amorales, artista ya reconocido que tiene una exposición individual en la Casa de América, ha vuelto a residir en México desde hace un año tras formarse en Holanda, y en la productora se encarga del grafismo. Explica que lo que pretenden es "encontrar apoyo a la distribución de estos productos en el mundo del arte para escaparnos de las trampas del mundo de la música, que es más complicado y en el que resulta más difícil tener libertad y poder de decisión. Se trata de trabajar con músicos como si fueran artistas".

De hecho, en La Casa Encendida ha habido estos días un programa de conciertos en el que han intervenido grupos que representa Nuevos Ricos, así como de otros colectivos como El Futuro más Acá y Nortec.

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