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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La tijera de Bush

El presidente Bush ha sacado la tijera en el presupuesto para 2006, fijado en 2,57 billones de dólares, equivalentes a dos billones de euros. Contempla fuertes recortes en programas sociales, pero el gasto militar sigue aumentando, aunque de manera más moderada (4,8%). Los expertos se han apresurado a calificarlo como el más austero desde la época de Reagan, en los años ochenta, pero poco realista, y sobre todo insuficiente para tranquilizar al resto del mundo de que las finanzas públicas de Estados Unidos están en buenas manos. En cualquier caso, los tiempos del gasto fácil han pasado para el titular de la Casa Blanca.

Hay más interrogantes que certezas en los planes de Bush. En primer lugar, porque muchos de los tijeretazos que propone afectan a programas muy sensibles para el electorado de los propios parlamentarios, sean republicanos o demócratas. Sin duda, el Congreso va a dar dura batalla a la desaparición de un centenar y medio de programas públicos con los que el presidente espera ahorrar 20.000 millones de dólares en el próximo ejercicio. La líder de la oposición demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ya ha definido la idea como un "asalto a nuestros valores". La tijera afecta de lleno a educación, vivienda, sanidad -se reduce el llamado Medicaid, los pagos a la población más pobre-, transporte, justicia, medio ambiente y agricultura. En este capítulo, al menos, hay una novedad positiva antiproteccionista: una rebaja de las subvenciones agrícolas, que obligará a los europeos a hacer lo mismo si se quiere cerrar el año próximo la Ronda Doha para la liberalización del comercio.

El presupuesto presenta, además, algunas lagunas que ponen en duda la fiabilidad de los cálculos de la Casa Blanca. No se mencionan para nada los gastos relativos a la presencia militar de EE UU en Afganistán e Irak, que representan aproximadamente una factura de 5.000 millones de dólares al mes. Y no es previsible que el escenario cambie sustancialmente a corto o medio plazo. Tampoco se hace referencia al impacto que tendrá para las finanzas públicas la privatización parcial del sistema de pensiones, que Bush ha convertido en el objetivo número uno de su política interior para los próximos cuatro años, al igual que la rebaja de impuestos.

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