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La regularización de inmigrantes se inicia sin aglomeraciones en Euskadi

Las cuatro oficinas de Bilbao, San Sebastián y Vitoria atendieron con normalidad

No hubo aglomeraciones, aunque sí quejas de que la información proporcionada no fue la correcta, especialmente en Vizcaya. La primera jornada para regularizar la situación de los inmigrantes sin papeles transcurrió con normalidad en las tres capitales del País Vasco, donde se dispusieron las oficinas de atención. Las dos de Bilbao y las otras dos emplazadas en San Sebastián y Vitoria atendieron sin problemas a los empleadores, que en la mayoría de los casos acudieron junto con los solicitantes. El plazo de tres meses establecido para este proceso extraordinario de regularización y el el sistema de cita previa en algunos caso evitaron las aglomeraciones en el primer día hábil.

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En Vizcaya, donde reside la mayoría de los inmigrantes sin papeles -22.000 de los 30.000 calculados en Euskadi-, algunos querían solucionar su situación cuanto antes y no dudaron en permanecer la noche anterior frente a la oficina principal, en la Gran Vía bilbaína. Pero las colas fueron mínimas. Poco antes de abrirse, a las 16 horas, había medio centenar de personas esperando a regularizar su situación. Los que llegaron para la hora de la apertura fueron atendidos por los funcionarios apenas hora y media después.

Roberto Landín, propietario de un restaurante en el barrio de Astrabudua, en Erandio, fue de los primeros en salir, junto a Paulina, una joven colombiana. Pero sus noticias no eran positivas. "Como está empadronada en octubre no puede [regularizar su situación]. Me parece injusto porque lleva un año aquí y no se empadronó antes por miedo [debe estarlo antes del 7 de agosto]. Tiene los billetes de cuando vino, pero no sirve para nada". Landín asegura que Paulina alquiló su negocio para regularizar antes su situación. "Le dijeron que iba a ser más rápido y esto tampoco sirve. Tienen que volver a alquilarlo a una persona en situación legal y que le emplee a ella. Es una locura".

Begoña Camarena, vecina de Bilbao, tampoco tuvo ayer éxito con los trámites para legalizar a su empleada de su hogar, una venezolana.En su caso, como luego se repetiría con otros inmigrantes, no disponían del certificado de empadronamiento, como se exige, sino del denominado volante. "¡Pero si no nos habían dicho nada! Fuimos a UGT y Cáritas y no nos dijeron eso. Si a mí, cuando tengo que hacer papeleo, me sirve el volante, por qué no a ellos. Cuando le hice la asistencia sanitaria, valía con el volante", explica, con indignación, Begoña Camarena.

Más cabreado estaba un empresario de hostelería de Barakaldo, que prefiere guardar el anonimato. Su empleado, un marroquí de 24 años que se ha pasado la noche esperando delante de la oficina, también tiene sólo el dichoso volante. "Ni el Ayuntamiento, ni Heldu [el servicio de inmigración del Gobierno] nos dijeron que hiciera falta el certificado. He presentado el documento de petición del certificado, pero tampoco., Tenemos que volver en 20 días". Su enojo también tiene un hueco para los funcionarios. "Ni ellos saben los papeles que se necesitan".

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En Guipúzcoa, la puerta y las oficinas del Instituto Social de la Marina, conocido como Casa del Mar, en Trintxerpe, en el límite entre San Sebastián y Pasajes, vivieron un continuo ir y venir de trabajadores inmigrantes y empleadores, aunque sin aglomeraciones. Dos empleados del Inem y diez del propio instituto tienen previsto atender 70 personas cada día.

Rolando García, un ecuatoriano de 42 años, espera gozar ahora de más tranquilidad. "Y podré ir a mi país a ver a mi familia", subraya. Espera turno junto a su jefe, para el que lleva trabajando alrededor de un año en una floristería de Astigarraga. Ahora regularizará la situación de su empleado, con el que va a firmar un contrato indefinido. Con una sonrisa en la boca, Jacqueline Amezketa, de 34 años y natural de la República Dominicana, espera que al otro lado del mostrador le den el visto bueno a los papeles que ha presentado. Lleva en San Sebastián 14 meses y trabaja como empleada de hogar externa. Para ella es "un alivio" poder empezar a pagar su Seguridad Social para "estar organizada y tener unos derechos".

En Álava, donde se calcula que habrá 4.000 inmigrantes sin papeles, otro calco. Ni colas ni tumultos. Hafida Mesbah (Tetuán, Marruecos, 1969), lleva tres años en Vitoria y es miembro del grupo SOS Racismo de Álava, por lo que es una buena conocedora de la medida que ayer se puso en marcha. Critica los requisitos impuestos, como que el empresario acuda. "¿Acaso alguien está dispuesto a perder media jornada de trabajo para regularizar la situación de su empleado?".

Sonia María Andrioni, que llegó en marzo de 2004, vio ayer cumplimentada su solicitud, acompañada de la persona para la que trabaja como empleada de hogar. Tiene 42 años y dejó Brasil con un cargo ejecutivo en la multinacional Sharp porque "allí las personas mayores de 30 años no tienen posibilidades de promocionar en su trabajo". Está más que contenta y a la espera de que sus dos hijos, de 23 y 19 años, vengan también a Vitoria.

[Èn Navarra, donde se espera regularizar a 12.000 inmigrantes, patronal y sindicatos firmaron un acuerdo para intercambiar documentación que facilite los trámites, informa Mikel Muez].

Esta información ha sido elaborada por Yolanda Montero, Txema G. Crespo y Alberto Uriona.

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