_
_
_
_

Requisitos no conocidos

Jorge no pierde el tiempo. Es el primer día para poder regularizar la situación de Ligia, una mujer colombiana que cuida desde hace tres años a su madre, a punto de cumplir los 90 años. Así que el hombre acude con la empleada al Instituto Social de la Marina con la esperanza de poder sustituir a su progenitora, dada su avanzada edad, en la tramitación de los documentos para normalizar la situación laboral de la trabajadora. Pero allí se topa con un requisito del que nadie le había informado: tiene que presentar un certificado médico que justifique la ausencia de su madre y un poder notarial por el que la anciana delega en él el papeleo.

"Si tengo que ir con mi madre al médico y al notario, para eso la traigo aquí", piensa Jorge, vecino de San Sebastián. Y sin dudarlo abandona las oficinas para ir a buscar a la anciana. Al rato, la señora, del brazo de su hijo, se suma a las personas que esperan su turno en la Casa del Mar.

Menos gracia le hace este inesperado requisito a Pilar Mate, quien se ha trasladado desde Beasain para arreglar los papeles a la empleada que cuida a su madre "imposibilitada". "Esto le va a pasar a mucha gente. No han informado", se queja. "Ha habido una información muy deficiente, tanto del Gobierno vasco como español", apunta un señor en igual situación.

Rosa Mari, vecina de Andoain, porta en una carpeta los documentos para normalizar la situación de Nataliya Mykaylu, una ucraniana de 27 años que trabaja para ella como empleada de hogar desde el pasado julio. "Hasta ahora no he tenido la oportunidad de asegurarla", comenta. Pero tendrá que volver al Instituto Social de la Marina con su declaración de la renta, un documento que nadie le había dicho que tuviera que aportar y con el que demostrará que es solvente para contratar a la joven.

Nataliya lleva tres años en España. El pasado verano tuvo que enviar a sus dos hijos de vuelta a su país de origen ante la falta de recursos para pagar un centro donde los cuidaran durante las vacaciones.Ahora, por fin, ve cerca el momento de poder volver a verlos, aunque, de momento, no se plantea traerlos a Guipúzcoa. También podrá ver a su madre enferma. Y dejará de andar por la calle con miedo a que la policía le pare.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_