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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADOS UNIDOS

Los siete 'modelos de tiranía' de Washington

IRÁN
En el punto de mira

Para ser dos teóricos enemigos, los gobernantes de Irán y EE UU hablan un lenguaje curiosamente similar, el del bien y el mal. Sin embargo, más allá de la retórica del Gran Satán y el Eje del Mal, la falta de relación entre ambos países refleja tanto errores de percepción como recelos genuinos. La trayectoria de EE UU en Oriente Próximo hace que los llamamientos de Bush a la democracia sean vistos por los gobernantes iraníes como un intento de erradicar el sistema islámico iraní. Por su parte, los gurús políticos de la Administración norteamericana se han quedado con una imagen fija de la revolución islámica de 1979.

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Sin duda, Irán no es una democracia en el sentido occidental, pero está lejos de las autocracias al uso en la región. "La República Islámica de Irán está siendo atacada por los tiranos globales porque apoya a los oprimidos y se enfrenta a los opresores", ha declarado el líder espiritual iraní, Alí Jamenei. Traducción: los gobernantes iraníes son muy conscientes de que su apoyo al Hezbolá libanés y al grupo palestino Hamás (tachados de terroristas por EE UU) constituye uno de los obstáculos. Otro más es su ambición nuclear.

CUBA
El hueso atragantado

La fijación norteamericana con Cuba y su categorización como país peligroso para la seguridad nacional de EE UU viene de lejos. Comenzó casi el mismo día en que Fidel Castro llegó al poder tras derrotar al Ejército del dictador Fulgencio Batista. Ya en marzo de 1959, tres meses después de entrar Castro a La Habana, el Consejo de Seguridad Nacional de la Administración Eisenhower consideró las diferentes maneras de llevar al poder a otro Gobierno de Cuba, según Tad Szulc en su biografía sobre Castro.

Desde entonces, múltiples han sido los capítulos del enfrentamiento Cuba-EE UU: la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, el embargo, el apoyo cubano a los movimientos insurgentes en África y América Latina, la guerra de Angola. Hoy Cuba es un país de régimen socialista y economía centralizada, con un único partido -el comunista-, sin espacio legal para la oposición ni medios de prensa fuera del control del Estado, y con tres centenares de presos políticos. Más allá de estas realidades, para la Casa Blanca, Cuba se diferencia de otros bastiones tiránicos por un motivo principal: está a 90 millas de casa y quien gobierna sus destinos es un viejo conocido y un hueso atragantado desde hace 46 años.

COREA DEL NORTE
La dinastía comunista

Desde que Bush situó a Corea del Norte en lo que denominó el eje del mal, las relaciones entre los dos países, ya maltrechas, entraron en barrena. La crisis nuclear estalló en octubre de 2002, después de que Washington asegurara que Pyongyang había reconocido que tenía en marcha un programa de armas atómicas, en contra de lo acordado en 1994 a cambio de ayuda energética. El anuncio provocó la suspensión de los envíos de petróleo. Acto seguido, Corea del Norte expulsó a los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y abandonó el Tratado de No Proliferación.

La posible exportación de material y tecnología nuclear por parte de Pyongyang -que ha vendido misiles a Irán y Siria- preocupa a Washington desde hace tiempo. Y el Gobierno de Kim Jong Il se niega a desmantelar su programa atómico mientras EE UU no firme un tratado de no agresión y le proporcione compensaciones. Aunque al principio Pyongyang exigió que las conversaciones fueran bilaterales, acabó cediendo y, desde agosto de 2003, han tenido lugar en Pekín tres rondas de negociaciones a seis bandas. Pero no ha habido ningún progreso. Corea del Norte, uno de los países más aislados y la única dinastía comunista del mundo, está dirigido con puño de hierro por Kim Jong Il, quien asumió el poder en 1994 tras la muerte de su padre, Kim Il Sung.

MYANMAR
La Nobel contra la dictadura

Todos los intentos de EE UU y la UE por forzar la apertura de Myanmar han chocado con la impasibilidad de los militares que gobiernan este país asiático desde 1962. Pocas dictaduras han tenido la desfachatez de celebrar elecciones para liberarse de las protestas masivas y, tras fracasar en el intento de manipularlas, no aceptar el resultado de las urnas. La Junta birmana, que decidió -en un arranque de sensibilidad hacia los aborígenes que masacraba- cambiar el nombre colonial del país por el de Myanmar, jamás permitió que formasen Gobierno los 396 diputados, de los 485 escaños del Parlamento, que salieron elegidos por las listas de la Liga Nacional por la Democracia (NLD) en 1988.

El régimen cerró filas en torno a sí mismo y puso bajo arresto domiciliario a Aung San Suu Kyi, líder de la NLD e hija del popular héroe de la independencia (1948), general Aung San. En 1991, Suu Kyi recibio el Nobel de la Paz, pero la Junta no se ablandó ni le permitió salir de su domicilio hasta cuatro años después. Pese a la enorme presión internacional, los generales trataron de forzar el exilio voluntario de Suu Kyi y, cansados de no lograrlo, volvieron a encerrarla en 2000, en 2002 y en mayo de 2003 fue confinada a un arresto domiciliario que persiste hasta ahora.

La destitución del primer ministro Khin Nyunt y su arresto en octubre pasado, acusado de corrupción, dio esperanzas a quienes pensaron que el régimen comenzaba a resquebrajarse. No tardaron en esfumarse.

SIRIA
Sometida a presión

Siria vive desde hace más de una veintena de años en una situación de permanente angustia, sometida a todo tipo de presiones, tanto del interior como del exterior. Pero nada de ello parece hacer mella en sus más de 12 millones de habitantes, que han aprendido a soportar con estoicismo cualquier tipo de sobresalto, conscientes de que constituyen el último bastión del panarabismo frente al mundo occidental.

Desde el exterior, Israel y EE UU se han convertido en el gran ariete del régimen de la familia Assad, que gobierna el país desde 1971. Los dos aliados, de manera coordinada, se preocupan de mantener vivas todo tipo de acusaciones contra Siria, a la que imputan haberse convertido en el paraíso de las organizaciones radicales palestinas y libanesas y de alimentar la resistencia iraquí.

En el interior, las presiones las ejercen las plataformas democráticas de intelectuales y defensores de los derechos humanos, que acusan al régimen sirio de ejercer el control y el monopolio del poder a través del partido oficialista Baaz y de los servicios secretos.

BIELORRUSIA
Nocivo dictadorzuelo

Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia desde 1994, da más la talla de un nocivo dictadorzuelo centroeuropeo que de un tirano asiático con carné de primera, si se compara con los líderes de otros Estados postsoviéticos, como, por ejemplo, Uzbekistán, país éste donde los prisioneros políticos se cuentan por miles y la información arrancada por medio de tortura se pone al servicio de la CIA y de la causa antiterrorista, sin que el presidente George W. Bush, interesado en mantener sus bases militares en aquel país, citara a su colega uzbeko, Islam Karímov, entre los malvados.

La represión por motivos políticos del régimen de Lukashenko incluye las desapariciones de tres líderes de la oposición democrática y de un periodista. Estos hechos, además de detenciones arbitrarias, abusos policiales y falsificaciones electorales, han aislado a Bielorrusia de Occidente. La gran especialidad de este ex director de una explotación agrícola soviética es la "desertización intelectual" y así Lukashenko persigue y sofoca los centros de pensamiento libre o crítico, sospechosos de socavar su autoridad. En 1996, Lukashenko organizó un referéndum ilegal que le permitió imponer una nueva Constitución y disolver el Parlamento. En octubre de 2004, otro truculento plebiscito le dio luz verde para presentarse a su reelección en 2006, y, con ello, la posibilidad de eternizarse en el poder.

ZIMBABUE
Poder y corrupción absoluta

La historia ha producido muchos ejemplos del antiguo dicho que dice que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, pero en el mundo contemporáneo hay pocos que demuestren mejor la verdad de estas palabras que Robert Mugabe. El presidente de Zimbabue, en el poder desde la independencia de su país hace más de un cuarto de siglo, luchó para la liberación primero en la guerrilla y después en la mesa de negociaciones. Hombre culto, pragmático e inteligente, gobernó durante las primeras dos décadas con eficacia y generosidad. Zimbabue llegó a ser un país exportador de alimentos, con una sólida infraestructura y uno de los niveles educativos más altos de África: una señal luminosa en un continente sombrío.

Hoy Zimbabue no sólo ha dejado de exportar comida, sino que gran parte de la población pasa hambre. Mientras tanto, Mugabe y sus aliados más cercanos, que se mantienen en el poder a través del terror y las elecciones fraudulentas, se enriquecen de la manera más descarada. Zimbabue, que comenzó siendo una democracia ejemplar, hoy tiene en el Gobierno a una mafia que consume los escasos recursos que genera el país.

Esta información ha sido elaborada por Ángeles Espinosa, Mauricio Vicent, Jose Reinoso, Georgina Higueras, Ferran Sales, Pilar Bonet y John Carlin.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en una foto de archivo.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en una foto de archivo.ASSOCIATED PRESS

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