Philippe Claudel se abisma en la guerra para diseccionar la condición humana
El escritor francés publica 'Almas grises', con la que ganó el Renaudot
¿Es una historia de amor? ¿Una novela negra? ¿Histórica? ¿Sobre la escritura? Almas grises (Salamandra, en castellano, y La Magrana, en catalán) tiene muchas lecturas, según su autor, Philippe Claudel (Nancy, 1962). "Creo que el libro pertenece a quien lo lee. Lo que he querido hacer es examinar la condición humana en el sentido de una tragedia griega. Con la mirada de un forense que practica una disección. Escribir es utilizar el escalpelo". Con ella ganó Claudel el Premio Renaudot en 2003. Ha sido traducida a 19 idiomas.
Es el invierno de 1917. Francia sufre los estragos de tres años de guerra, pero en un pequeño pueblo de la Lorena, en el norte, a escasos kilómetros del frente, el conflicto no se ve, sólo se oye el lejano retumbar de los cañones. Una colina les separa. Además, la mayoría de hombres no han sido movilizados. Trabajan en una fábrica para la industria pesada. El equilibrio se rompe cuando empiezan a llegar los primeros convoyes de heridos.
En este contexto, Belle, una preciosa niña de 10 años, aparece estrangulada. El Caso, como se le denomina, conmociona a la población. ¿Es posible que esté implicado el poderoso fiscal Destinat? ¿O ha sido quizá uno de los desertores que vagan por el pueblo?
Almas grises es una novela dura, sin concesiones. Tres, como mínimo, son las cosas que impactan de esta historia. La forma como trata el tema de la guerra, la crueldad y la barbarie. Nadie es inocente y los culpables también pueden ser víctimas. Por último, y muy importante, la forma en que está contada la historia.
¿Por qué situó Claudel la novela en la I Guerra Mundial? "Me eligió ella a mí. Parte de una historia personal. Nací en una región y en una familia que quedó marcada por esa guerra. El frente estaba allí. También quería escribir sobre toda esa gente que vivía al lado de la guerra, pero de espaldas a ella, y porque fue el primer conflicto en el que se utilizan medios muy avanzados para destruir hombres. A menudo se dice que hay guerras útiles, buenas. No es cierto. La única utilidad que tienen, si es que pueden tener alguna, es provocar sufrimiento".
La novela muestra cómo se trastocan todos los valores. El relato de la tortura a que fue sometido un joven desertor para que se confesara autor del asesinato de la niña es terrible. El juez y el coronel se dan el gran atracón mientras el muchacho está atado a un poste a 10 grados bajo cero.
"Lo más horrible no es la tortura. Lo peor es que en determinado momento los lectores pueden llegar a la conclusión de que el juez y el coronel pueden tener razón y esto es insoportable. La historia del siglo XX está llena de jueces y militares torturadores. El nazismo, el estalinismo, el franquismo...".
Todos, en Almas grises, son culpables de algo. "La guerra permite que salgan a la luz los peores instintos. Todo lo que está prohibido se permite. Matar, por ejemplo. En realidad, ésta no es una novela sobre la I Guerra Mundial. Hablo de todas las guerras".
El narrador -el lector no sabe quién es hasta pasadas 100 páginas- cuenta lo que sucedió, el Caso, 20 años después. Quiere explicar algo que le roe el corazón. Le impulsan los remordimientos y las grandes preguntas. "Tengo que abrir el misterio con bisturí, como si fuera un vientre, y hundir en él las dos manos, aunque nada cambie, nada de nada", escribe en uno de sus cuadernos.
Esta manera de contar, por alguien que no es escritor, es uno de los grandes atractivos de la novela.
"En muchas universidades, no en Francia, pero sí en Estados Unidos, se dan cursos sobre cómo se escribe un libro, aunque yo creo que no se puede enseñar a ser escritor. Todas las reglas que dan son negativas: no hagas esto, no hagas esto, no hagas esto. Almas grises resume todas las cosas que no se pueden hacer y ahí está buena parte del misterio".
"No sabes quién cuenta la historia. El protagonista dice que no sabe escribir. Por eso avanza, retrocede, porque la forma de pensar nunca es lineal. Una imagen te lleva a otra, un recuerdo a otro, ves pasar a dos mujeres bonitas y eso te hace pensar en otras cosas... Todo esta hecho para confundir al lector, y, sin embargo, la novela funciona".
Y desde luego funciona. "Almas grises es también una novela sobre la escritura, sobre por qué unos son escritores y otros no. Sobre cómo un narrador toma material humano de sufrimiento y lo convierte en literatura".
Babelia
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