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Reportaje:

Una tradición que vuela

El Ayuntamiento de Cazalilla desafía la ley y lanza una pava desde el campanario para cumplir con una polémica fiesta

Como viene siendo habitual en los últimos años, Cazalilla, un pueblo de la provincia de Jaén que no llega al millar de habitantes, volvió a ser protagonista de la noticia por una pava, la pava de la discordia. Cerca de un millar de personas procedentes de localidades vecinas como Mengíbar, Villanueva de la Reina, Espeluy, Bailén o Linares se acercaron ayer tarde hasta la Plaza de la Constitución de la localidad para poder vivir en directo una de las tradiciones más arraigadas en la comarca: la Fiesta de la Pava. Ésta consiste en lanzar una pava desde el campanario de la Iglesia, con una altura aproximada de 15 metros. La fiesta se remonta a principios de siglo XIX cuando dos familias enfrentadas durante años sellaron la paz con la boda de sus hijos, un 3 de febrero, día de San Blas y patrón de la localidad. Como muestra de alegría soltaron desde el campanario una pava. Una tradición que se mantiene desde entonces y que augura buena suerte a quien consiga atraparla y que también deberá responsabilizarse de su cuidado hasta que el animal muera por causas naturales.

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"Cuidarla con mimo hasta que muera de vieja"

Mientras que para los vecinos la fiesta es una tradición que hay que seguir manteniendo porque "no se hace daño al animal", la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA) considera que "es una utilización antinatural del animal" y por lo tanto prohibida por la Ley 11/2003 de Protección Animal de Andalucía.

Ya el año pasado la denuncia de los ecologistas consiguió que la Junta multase al Ayuntamiento con una sanción administrativa de 2.001 euros, hecho que no ha impedido que la fiesta se vuelva a celebrar este año. Incluso los vecinos se han ofrecido a pagarla entre todos. "Si hace falta el dinero lo sacamos de nuestros bolsillos", afirma Francisco Espinosa, un vecino de Mengíbar. Como el cazaleño Gabriel Cuenca, Espinosa ronda los 70 años de edad y ambos consideran que la polémica "se ha exagerado mucho". "La pava planea con las alas y nunca cae al suelo porque siempre hay alguien que va a por ella. Hay que reconocer que antiguamente sí se le hacía daño porque se le arrancaban las plumas que eran símbolo de suerte, pero hoy se tiene mucho cuidado y no se deja que nadie la toque", afirman los dos hombres.

Ahora, y según han anunciado los responsables de la ANPBA, el Ayuntamiento y su alcalde, el socialista Juan Balbín, se enfrentarán a una denuncia por la comisión de un presunto delito de prevaricación. "Es gravísimo que el Ayuntamiento haga burla de la legalidad vigente, dando a la ciudadanía el mensaje de que las leyes pueden ser vulneradas impunemente", declaró Alfonso Chillerón, presidente de la asociación ecologista.

Durante las dos últimas semanas, el Ayuntamiento ha recogido firmas por toda la comarca para exigir que la Fiesta de la Pava pueda seguir celebrándose sin ningún tipo de amenaza. Muchos incluso llegan a apelar a uno de sus vecinos, el consejero de la Presidencia, Gaspar Zarrías, natural de Cazalilla. "Mientras Gaspar siga en la Junta no hay multa", se escuchaba ayer en la plaza del pueblo.

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