El austriaco que humilló a los nazis
66º aniversario del suicidio, el asesinato o el accidente mortal de Sindelar, un futbolista genial que se negó a jugar con la selección del Gran Reich tras anexionarse los alemanes su país
Suicidio, asesinato o simple accidente. Sesenta y seis años después del 23 de enero de 1939, en pleno 60º aniversario de la liberación de Auschwitz, persiste el misterio sobre las circunstancias de la muerte de Matthias Sindelar, el mayor genio del fútbol austriaco, figura legendaria de los decenios de los 20 y los 30, cuando el nazismo se convirtió en una amenaza para Europa. Sindelar, el futbolista emblemático de la selección austriaca conocida como Wunderteam, el equipo maravilloso, ridiculizó con su juego al alemán en un partido ante los jerarcas nazis, en Viena, y después se negó a jugar con la selección del Gran Reich tras la anexión de Austria.
Cuando aquel día forzaron la puerta del piso de Sindelar, en Viena, encontraron sobre la cama los cuerpos desnudos del futbolista y de su amante, Camilla Castagnola, una italiana medio judía. Él, que estaba a punto de cumplir los 36 años, ya estaba muerto. Ella murió 24 horas después, en el hospital, sin recobrar el conocimiento. La causa de sus muertes, según los forenses, fue envenenamiento por inhalación de monóxido de carbono. Pero no había en la habitación olor a gas y un examen posterior de la estufa no mostró defectos.
Celebró la victoria con una especie de danza guerrera delante de la tribuna de los jerarcas de Hitler
La leyenda estaba servida con versiones para todos los gustos: desde los que hablaron de crimen porque Sindelar no estaba dispuesto a casarse con Camilla, con la que llevaba pocos días de relación, hasta los que culpaban a los nazis. No faltaron los que atribuyeron el suicidio a una depresión por el camino que seguía Austria, devorada, con gusto por parte de la inmensa mayoría de los austriacos, por la Alemania nazi. Otros aceptan la versión del accidente que dio la policía cuando medio año después cerró la investigación del caso.
El entierro de Sindelar congregó a 15.000 personas en Viena. El escritor Friedrich Torberg le dedicó una Oda a la muerte de un futbolista y en una de sus cuartetos decía: "Jugaba al fútbol como ninguno / ponía gracia y fantasía / jugaba desenfadado, fácil y alegre / siempre jugaba y nunca luchaba".
Sindelar, 1,75 metros y 72 kilos, era el prototipo de la escuela vienesa de fútbol, del gambeteo y del pase corto, de la fantasía y la ligereza. Nada que ver con el fútbol físico, fuerte y combativo que practicaba Alemania. Jugaba de delantero centro y desempeñaba las funciones de creador del juego y, al tiempo, de goleador. Por su regate y facilidad, entre otros muchos apodos le llamaron El Bailarín de Papel o El Mozart del fútbol. Cuenta la leyenda que prefería regatear dos veces a un contrario a meter un gol ratonero al aprovechar un rechace, para desesperación de sus entrenadores y éxtasis de los espectadores.
Nació Sindelar en la región de Moravia, en la frontera con Bohemia, en la actual República Checa, pero llegó a Viena con sus padres y tres hermanas. La familia proletaria -el padre era albañil- se instaló en el barrio obrero de Favoriten. Sindelar se hizo futbolista en sus callejas. La vida le trató con dureza. Su padre murió en 1917, en la I Guerra Mundial, en el frente de Italia. Huérfano a los 14 años, aprendió el oficio de cerrajero mientras su madre lavaba ropa. Se quedó en el paro como cientos de miles de compatriotas y después trabajó en una tienda de artículos deportivos. El fútbol le salvó de la miseria y, siempre fiel a sus orígenes, regalaba entradas a los parados. Nunca renunció a su origen pobre a pesar de ser ídolo de multitudes y de los intelectuales de los cafés vieneses, solicitado para anuncios de publicidad y actor en una película.
Empezó Sindelar a jugar en el equipo de aficionados del Hertha Viena y después pasó al Austria Viena, el equipo de la clase media judía de la capital austriaca que los nazis desmantelaron con sus leyes de depuración. Con la selección debutó en un partido contra Checoslovaquia, en Praga, el 28 de septiembre de 1926, y metió un gol. Pero dos años después le quitaron del equipo nacional por discrepancias tácticas. El clamor de la prensa lo llevó de nuevo a ella y, en su reaparición, en mayo de 1931, Austria ganó por 5-0 a Escocia, que perdía por primera vez en el continente. Había nacido el Wunderteam, que hilvanó 12 partidos sin perder con resultados como un 5-0 y un 6-0 a la vecina Alemania. En 43 partidos con la selección, marcó 27 goles; con el Austria Viena, metió unos 600 en 700 partidos, ganó varias veces la Copa, una Liga y dos veces la Copa Mitropa, un antecedente de las competiciones europeas en la que participaban los vencedores de la Liga y la Copa de varios países centroeuropeos y quedó cuarto en el Mundial de Italia 34.
Entre los goles legendarios de Sindelar se recuerdan los dos que marcó a Italia el 20 de marzo de 1932. Un cronista escribió: "Pertenecen a la historia como la batalla de Maratón, el paso de Anibal de los Alpes y otros acontecimientos de peso". El relato de uno de ellos resulta increíble: "Tras un saque de esquina, un compañero se la pasó de cabeza. Sindelar, también de cabeza, le hizo un sombrero a un italiano, la dejó caer, la elevó y de nuevo con la cabeza metió gol.
El 3 de abril de 1938 se jugó en Viena un partido histórico en vísperas de la anexión de Austria a la Alemania nazi. Se enfrentaron el Viejo Imperio (Alemania) contra la por los nazis rebautizada Marca Oriental (Austria). La consigna era que Alemania no podía perder. Durante la primera parte, Sindelar se mofó de los alemanes y desperdició de forma notoria varias ocasiones tirando fuera a escasos centímetros de la portería. En la segunda, se hartó y metió un rechace de vaselina y su compañero Sesta redondeó el 2-0 con un disparo desde 40 metros. Sindelar celebró la victoria con una especie de danza guerrera delante de la tribuna de los jerarcas nazis.
El técnico alemán, Sepp Herberger, recibió el encargo de fusionar los dos equipos: la energía y potencia alemana con la técnica y la habilidad austriaca. Por supuesto, quiso contar con Sindelar, a pesar de sus 35 años: "Necesitaba un hombre de su experiencia, su visión del juego y su autoridad. Pero no quiso por motivos políticos. No podía identificarse con el régimen nazi, aunque esto no me lo confesó de forma abierta". El intento de fusionar estilos fracasó y en el Mundial de Francia 38 Alemania fue eliminada por Suiza a las primeras de cambio.
La actitud de Sindelar contra el nazismo contrasta con un llamamiento suyo a favor de la anexión de Austria aparecido en el Völkischer Beobachter, el periódico oficial de los nazis. Tal vez lo obligaron o se publicó sin su consentimiento.
Otro punto oscuro de su biografía es la compra del café que regentó tras su retirada, hasta su muerte, y que heredaron sus hermanas. Pertenecía a un judío y las leyes nazis de arizar, entregar a los arios las propiedades de los judíos, permitieron su adquisición. No obstante, las crónicas coinciden en que Sindelar pagó el precio justo, no se aprovechó dando cuatro perras.
La tumba de Sindelar se encuentra en la zona de honor del cementerio central de Viena. En el aniversario de su muerte, dirigentes de su antiguo club acuden a recordar al mayor genio del fútbol de Austria. La oda de Torberg concluye con los versos que recuerdan su paso por una puerta oscura y silenciosa: "Era un hijo de Favoriten y se llamaba Matthias Sindelar".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.