Reconfortante simplicidad en la Cava Baja
ORIXE, un nuevo y moderno restaurante gallego en el centro de Madrid
Ni su elegante fachada, de fusión y diseño, ni su apacible ambientación interior ayudan a descubrir que se trata de un restaurante gallego. En plena Cava Baja madrileña, muy cerca del popular Lucio, rodeado de bares y locales castizos, acaba de abrir sus puertas este atractivo restaurante a medio camino entre una casa de comidas contemporánea y un bar de tapas moderno. No es frecuente que un grupo de profesionales independientes unidos por su afición a la cocina, Eloy Sánchez, Rogelio Cañas y José Antonio Baselga, entre otros, se planteen un restaurante como diversión a la vez que como fórmula de negocio. De ahí algunos detalles de sensibilidad inusuales y esa obsesión por ofrecer platos sencillos y ligeros que pasan por el filtro gastronómico del colectivo.
Orixe
Cava Baja, 17. Madrid.
Teléfono 913 54 04 11.
Cierra domingos noche y lunes.
Precio aproximado por persona: entre 30 y 40 euros. Empanada de bonito, 11,75 euros. Bacalao de los mercantes gallegos, 18. Lacón con grelos, 12,75. Leche frita, 4,75 euros.
Pan ... 5
Café ... 6,5
Bodega ... 6,5
Servicio ... 6
Ambiente ... 7
Aseos ... 6,5
Benedicto Borbolla, cocinero asturiano, elabora recetas galaicas en las que se permite tímidas digresiones creativas. Es magnífica la empanada de bacalao y pasas, así como la de bonito; correcto el pulpo a feira, y bastante resultonas las croquetas de lacón y grelos, que alcanzarían el notable si su sabor fuera más intenso. No desmerece la tortilla de patatas, aunque para su elaboración no se sigan los dictados de la famosa escuela de Betanzos (A Coruña); es bastante suave el pastel de grelos, mientras que las filloas rellenas de lacón, carentes de gracia, desmerecen del resto. Todo dentro de esa reconfortante simplicidad que caracteriza a la cocina popular gallega, que, como afirma Juan Mari Arzak, gracias a su sencillez y voluntad de respeto al producto, enfila la modernidad sin haberse movido de su propio sitio.
En los platos de más entidad, el balance es variopinto. Resulta algo desangelada la ensalada de vieiras con cebolla caramelizada; sorprende favorablemente el rodaballo con setas al ribeiro; mientras que la merluza al horno, bastante buena, se perjudica con una panadera de manzana con la que no liga nada. ¿Fruta con pescado? Desajustes inevitables en una carta bastante emocional cuya puesta a punto se pulirá -cabe esperar- a medida que transcurra el periodo de rodaje.
En la pieza de lacón con grelos se echa en falta un sabor más intenso. En cambio, los callos con garbanzos se aproximan bastante a la fórmula popular gallega. Quien incurre en despistes reiterados es el personal de servicio, voluntarioso, pero todavía fuera de su sitio.
CLARIDAD DE IDEAS
LA MAGNÍFICA remodelación de Orixe responde a un proyecto del arquitecto Justo Trapa, que ha respetado los elementos más valiosos del local (paredes de ladrillo visto, columnas de hierro) para revestirlo de modernidad con enorme claridad de ideas. A ras de calle se encuentra la barra, un espacio recoleto en el que es posible disfrutar de tapas variadas: pimientos fritos de Padrón; tortilla de patatas; tostadas de lacón con queso de tetilla; empanada del día; croquetas; callos con garbanzos o chorizos al albariño, entre otras especialidades. Si se desea, las mismas tapas se pueden degustar en sus mesas. Hasta tal punto, que lo más recomendable es desmarcarse de la carta y solicitar un surtido de raciones. A diario se ofrece siempre un guiso de cuchara. Es suculento el arroz caldoso con pulpo de los lunes; decepcionante el potaje de alubias blancas con chorizo de los martes, cuyas legumbres llegan enteras y con abundante hollejo, y sólo agradable el pollo con fideos, plato de los jueves. Otras sugerencias son las patatas guisadas con calamares (viernes) y las albóndigas de ternera gallega con patatas (sábados).Donde Orixe debe esforzarse por mejorar es en el capítulo dulce. Tienen dignidad la tarta fina de manzana, la tarta tatín y las filloas variadas. No se puede decir lo mismo de la leche frita, muy reseca, ni de las cañas de Carballiño, anodinas. En la bodega, acaparada por los vinos gallegos, se aprecia un esfuerzo por aunar diversidad con tradición y vanguardia. En el listado hay un poco de todo a precios razonables.
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