El Kurdistán quiere consolidar en las urnas su gran nivel de estabilidad
La coalición kurda aspira a convertirse en la segunda fuerza electoral en Irak
"Las elecciones serán un éxito en nuestra zona. Sólo me preocupa el mal tiempo", asegura Bayar Tahir Doski, presidente de la Comisión Electoral Independiente de la provincia de Dohuk, que junto a las de Erbil y Suleimaniya conforman el Kurdistán iraquí, autónomo por la fuerza de los hechos desde 1991, tras la guerra del Golfo. Agrupados en una lista única, los partidos kurdos se presentan unidos a las elecciones del domingo con el objetivo de convertirse en la segunda fuerza política de Irak y para defender una Constitución federal.
En el despacho de Doski no está la bandera de Irak, sino la pankurda: un sol radiante sobre los colores verde, blanco y rojo. Las únicas enseñas iraquíes visibles se encuentran en carteles de propaganda institucional del Gobierno de Bagdad con el lema: "Por el futuro de nuestros hijos. Por un país mejor". "Es una pena que no hayan demostrado mayor sensibilidad hacia nosotros. Están escritos sólo en árabe", se lamenta el presidente de la comisión electoral de Dohuk, donde están registrados 408.296 electores. La movilización de los votantes se da aquí por hecha. Los kurdos identifican su autogobierno con los relativamente altos niveles económicos y de seguridad que gozan en un país sumido en el caos.
En casi todos los vehículos y comercios ondea la bandera del Kurdistán. Los kurdos no dudarán demasiado a la hora de elegir entre las 111 listas que se presentan a las elecciones del domingo. La coalición encabezada por el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) aspira a aglutinar el voto de todos los kurdos en unos comicios de circunscripción nacional y reparto estrictamente proporcional de escaños. En cerca de 15 años de autonomía "de facto", han acreditado además su disciplina electoral demostrada en sus propios comicios regionales y municipales.
Si logra el apoyo de la comunidad kurda, una quinta parte de los 25 millones de habitantes de Irak, a la lista única del Kurdistán le corresponderían unos 50 o 60 diputados en la Asamblea, de 275 escaños. Pero los líderes kurdos no ocultan su ambición de convertirse en la segunda fuerza política de la Cámara constituyente, con más de 75 actas parlamentarias, únicamente por detrás de la lista impulsada por los chiíes conservadores.
Ministros en campaña
Esta ecuación sólo se despejará si la elevada tasa de participación prevista en los colegios del Kurdistán coincide con el boicoteo electoral y las amenazas a los votantes en las provincias suníes (otra quinta parte de la población) y la aparente división de la mayoría chií (60% de los iraquíes) entre sectores laicos, partidarios del actual primer ministro interino, Ayad Alaui, y religiosos, mayoritariamente orientados hacia la lista de la Alianza Iraquí Unida, bendecida por el gran ayatolá Alí Sistaní.
El ministro de Exteriores del Gobierno provisional iraquí, el kurdo Hoshyar Zebari, acudió ayer a Erbil para sumarse a la campaña. En una conferencia de prensa en un hotel de la capital regional, Zebari aseguró que la votación del domingo "será el primer paso para que los iraquíes comiencen a recuperar el control de su país y las fuerzas extranjeras emprendan su retirada". Además del Departamento de Exteriores, los partidos kurdos -que mantienen estrechas relaciones de cooperación con Alaui- controlan las carteras de Derechos Humanos, Obras Públicas, Desplazados [bajo el régimen de Sadam] y un puesto de viceprimer ministro.
Los líderes kurdos, Masud Barzani (PDK) y Yalal Talabani (UPK), pretenden consagrar en la nueva Constitución un sistema federal que garantice a su región el máximo grado de autogobierno, de manera que la Administración central quede prácticamente limitada al control de las Fuerzas Armadas, la política exterior y la emisión de moneda. La Carta provisional iraquí prevé también una cláusula de salvaguarda -en realidad un derecho de veto- para los kurdos, ya que el nuevo texto constitucional no podrá ser aprobado si dos tercios de los votantes de 3 de las 18 provincias iraquíes lo rechazan en referéndum. En medio de medidas de seguridad sin precedentes -los puestos de control policiales en las carreteras eran ayer más numerosos que durante la campaña militar contra Sadam en 2003- los partidos kurdos mayoritarios organizan constantes caravanas electorales.
El despliegue de cerca de 100.000 peshmergas (milicianos kurdos), reconvertidos en miembros de la nueva Guardia Nacional Iraquí o en agentes de los cuerpos policiales locales, parece haber garantizado hasta ahora la ausencia de atentados en la región, mientras en la cercana provincia de Mosul se vive en estado de guerra virtual. "La movilización de los peshmergas para proteger los colegios electorales de la zona de Mosul nos va a hacer perder todos esos votos", se quejaba ayer un dirigentes del PDK. Las normas electorales impiden el voto por correo.
El Kurdistán iraquí se enfrenta, sin embargo, a la amenaza de un estallido de violencia en Kirkuk, capital de una región donde se extrae el 40% de la producción de petróleo del país. Las minorías árabe suní y turcomana (población de lengua turca) han anunciado un boicoteo a las urnas si, como acaba de autorizar el Gobierno de Bagdad, se admiten como válidos los votos de un centenar de miles de kurdos que fueron expulsados de sus tierras entre 1970 y 1990 por el régimen de Sadam.
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