El primer ministro iraquí cree peligroso fijar una fecha para la retirada de EE UU
Human Rights Watch asegura que las fuerzas de seguridad de Irak practican la tortura sistemática
Seguridad es la palabra clave. En lo más parecido a un programa electoral pronunciado hasta ahora, el primer ministro provisional iraquí, Ayad Alaui, prometió que si sale elegido el domingo pondrá en pie "una fuerza capaz de responsabilizarse de la seguridad de Irak y de sus ciudadanos" y que, eventualmente, "pueda reemplazar a la Fuerza Multinacional" que lidera Estados Unidos. Alaui rechazó fijar un calendario de salida de las tropas extranjeras por considerarlo "irreflexivo y peligroso" en este momento.
Poco impresionados por sus palabras, los insurgentes, que tratan de hacer fracasar la cita con las urnas, mataron a un juez y destruyeron varios colegios electorales.
"Nuestro objetivo principal es desarrollar nuestras fuerzas de seguridad y nuestra independencia para afrontar los desafíos y las amenazas internas y externas a las que nos enfrentamos, con el objetivo de poder pedir a la Fuerza Multinacional que se marche", declaró Alaui ante la prensa.
Aunque la convocatoria había sido realizada por la oficina del primer ministro, se trató sin duda de un acto electoral. Tanto sobre el fondo como en el atril desde el que Alaui leyó su comunicado, un dibujo que simulaba la casilla de votación de las papeletas electorales mostraba, en árabe, el número de su lista, el 285, y el lema "nuestra elección". No hubo posibilidad de hacer preguntas.
"Otros hablan sobre la inmediata retirada de las fuerzas multinacionales o de fijar fechas para que se vayan. Os prometo que no negociaré el asunto de la seguridad bajo ningún pretexto político ni regatearé con los intereses de los iraquíes", subrayó el jefe del Gobierno provisional. Según la resolución 1.546 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el pasado junio poco antes de la transferencia de soberanía, la Fuerza Multinacional debe retirarse de Irak como máximo en diciembre de este año, salvo que el Gobierno iraquí le pida que lo haga antes.
Sin duda, la perspectiva de una mejora en la seguridad satisface a los iraquíes, aunque la denuncia de Human Rights Watch sobre el comportamiento de las nuevas fuerzas policiales resulta preocupante. "Las fuerzas de seguridad iraquíes están cometiendo tortura sistemática y otros abusos contra los detenidos", asegura el último informe difundido ayer. "Los iraquíes siguen siendo víctimas de un Gobierno que actúa con impunidad en su tratamiento de los detenidos", declaró Sarah Leah Whitson, directora ejecutiva para Oriente Próximo de la ONG. HRW ha entrevistado a 90 prisioneros, de los que 72 declararon haber sido torturados o maltratados.
Ataques a centros electorales
Alaui, un chií laico que encabeza una lista formada sobre todo por políticos fogueados bajo la ocupación, ha insistido desde su nombramiento el pasado junio en la necesidad de iraquizar la seguridad como fórmula para reducir la violencia política. Él, como muchos iraquíes, se muestra convencido de que la ocupación da argumentos a la insurgencia. Sin embargo, ni sus esfuerzos por implicar a los sectores más moderados de quienes se resisten al nuevo orden impulsado por EE UU, ni sus medidas policiales han dado hasta ahora resultados visibles.
Aunque fuentes militares estadounidenses insisten en que el número de ataques de los rebeldes se ha reducido desde el pasado noviembre, el iraquí de a pie se siente inseguro y muchos están convencidos de que golpean donde y cuando quieren. Ayer mismo, un día sin atentados espectaculares de los que llenan las pantallas de televisión, hubo 12 muertos sólo en Bagdad. Ansar al Suna se atribuyó el asesinato de un juez chií, Qais Hachem al Chamani, al que unos pistoleros tirotearon a primera hora de la mañana cuando iba al trabajo acompañado de su cuñado, que también resultó muerto.
Otro grupo insurgente, Al Qaeda en Mesopotamia, del jordano Abu Musab al Zarqaui, se responsabilizó de los ataques con morteros y cohetes llevados a cabo durante la noche contra 10 colegios electorales de la provincia de Saladino, al norte de Bagdad. Su comunicado en Internet advierte además de que va a apostar francotiradores que dispararán contra quienes osen acercase a votar el próximo domingo. En la misma línea, el autodenominado Ejército Islámico en Irak decretó ayer la "movilización general" de sus militantes, a los que pidió que intensifiquen sus ataques y tomen rehenes para tratar de frustrar la cita electoral.
En medio de esta guerra sorda, la mayoría de los ciudadanos muestran su incertidumbre. "No sabemos qué va a salir de las elecciones", declaró ayer por teléfono una vecina de la calle Palestina, de Bagdad. "Todo el mundo espera, con el deseo de que sea el fin de la violencia, pero quizá todo vaya a peor".
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