Akerman: "Hay más tensión cuando impones tu ritmo"
La cineasta y videoartista reflexiona sobre la frontera entre México y Estados Unidos
La cineasta y videoartista belga Chantal Akerman (Bruselas, 1950) quiere que la gente piense en la historia del siglo XX. Hace tres años, realizó la película Desde el otro lado, sobre la frontera entre México y Estados Unidos, y con este material realizó una instalación en la Documenta de Kassel. Este trabajo se presenta hoy en la galería Elba Benítez, de Madrid, y en un ciclo de la Filmoteca Española se podrán comprobar las distintas narraciones. "Hay más tensión cuando impones tu propio ritmo", declara la artista.
Los tres espacios de la galería Elba Benítez (San Lorenzo, 11, www.elbabenitez.com, hasta el 28 de febrero) están ocupados con la videoinstalación Desde el otro lado, de Chantal Akerman, con imágenes en 18 monitores y otras dos pantallas que relacionan la misma historia en tres narraciones distintas. Forma parte de los actos paralelos de la feria Arco 2005, que tiene a México como país invitado. La presentación coincide con un ciclo de una selección de su obra cinematográfica, que ha programado la Filmoteca Española (cine Doré, Santa Isabel, 3) y que la cineasta abrió ayer con un coloquio en torno a la película Toute une nuit (1982) y que seguirá hoy con la proyección de De l'autre côté (2002).
Akerman declaró ayer que realizó la película y la instalación a partir de la palabra "sucios", empleada por los policías estadounidenses para calificar a los emigrantes mexicanos, que la artista trasladó a otro momento histórico, el de los "sucios judíos".
"Fui a ver la frontera y las vallas y grandes focos me hicieron pensar en la imagen de los campos de concentración. En otro trabajo, Sud (1999), rodado en el sur de Estados Unidos, la imagen idílica de tres árboles recordaba sin mostrarlos los linchamientos de negros. Suelo utilizar diferentes niveles de la historia, ya que aparece una historia más personal de una inmigrante mexicana desaparecida, que la sitúo como una metáfora, ya que el exilio es como una pequeña muerte".
En la videoinstalación aparecen imágenes en 18 monitores, colocados de tres en tres con un pasillo para el espectador. Chantal Akerman realiza "una deconstrucción" de las imágenes y expulsa la anécdota para producir "otros sentimientos y emociones". "Debo trabajar más en el inconsciente", añade, al distinguir distintos niveles de lectura en una película y las imágenes en vídeo, que la artista realiza desde los años noventa, a lo que añade la escultura desde la última instalación. "Todavía hay cosas que sólo se pueden decir en el cine, pero a veces tienes que obligar al espectador a seguir tu propio tiempo. Hay más tensión cuando impones tu propio ritmo. No me gusta manipular al público. En la confrontación de las imágenes hago un cara a cara, pero sin que exista una idolatría por las imágenes".
El tiempo es otro de los aspectos formales de su filmografía, desde finales de los sesenta (en cintas como La chambre, Hotel Monterey, The camera, Les chemins du retour, Nuit et jour, D'Est, La captive, Sud), tras las influencias de la nouvelle vague y Godard. "Ellos me dieron el impulso, pero no pertenezco a su grupo. Todavía estoy experimentando en el cine, pero ahora es una época más conservadora y es más duro que en los setenta. Ahora me siento más libre en el arte y no quiero estar cerrada a nada. No soy purista, y hay cine comercial y experimental que me encanta. Me perjudica que me identifiquen con lo experimental y sólo se admita una serie de títulos, como ocurrió con Jeanne Dielman 23... porque había un prejuicio".
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