"Me cortaré la coleta sintiéndome un espontáneo"
Pletórico de aspecto, Plácido Domingo se apresta a dar vida en el Liceo de Barcelona, este próximo viernes, al "puro loco", es decir, a Parsifal. A sus 64 años, como un héroe wagneriano, el tenor desconoce el miedo, el cansancio, la rutina del oficio. "Se supone que soy un matador de toros a punto de cortarme la coleta, pero yo siento la ilusión del novillero; mejor aún, del espontáneo". ¿El secreto de tanta alegría en el cuerpo? "La pasión. Es un privilegio poder hacer feliz con la voz a tanta gente. Mientras el cuerpo aguante, vale la pena". ¿Y aguanta? "La verdad es que sí, aunque lógicamente cada vez menos. El otro día, en un ensayo, tuve que ponerme y sacarme la armadura de Parsifal cuatro veces. En el tercer acto canto mucho rato de rodillas... Estoy en buena forma, supongo que gracias al fútbol que practiqué en su día, pero los ensayos se me hacen cada vez más duros".
"El secreto es la pasión. Es un privilegio poder hacer feliz con la voz a tanta gente. Mientras el cuerpo aguante, vale la pena"
"Siento una conexión muy fuerte con el personaje de Parsifal, muy mística, y también con la música"
En un encuentro con diversos diarios, ayer, justo antes de uno de los ensayos, Domingo confiesa que todo este esfuerzo aún le vale la pena, aunque cada vez menos. "La ópera es muy cansada y a veces te planteas si la voz que te queda no prefieres reservarla para conciertos en lugares en los que nunca has cantado". ¿Quedan? "Muchísimos. India e Indonesia, por ejemplo. En el tiempo que haces una ópera -tres semanas de ensayos más dos de representaciones- a lo mejor podrías dar cinco conciertos en sitios en los que nunca has estado. Pero la escena es mi vida, mientras pueda, ahí estaré".
De hecho, tiene aún numerosos compromisos operísticos. "Tras este Parsifal, a Barcelona me gustaría volver para presentar La valquiria antes de retirarme. Estamos tratando de dar con las fechas. En Madrid querría cantar más adelante el Cyrano de Bergerac, de Alfano, que en mayo canto en el Metropolitan y, luego, en el Covent Garden".
A estas alturas, Domingo aún incorpora a su repertorio nuevos papeles. "Cyrano es el número 122 y preveo que cuando me retire estaré sobre los 126. Tengo para más adelante una Ifigenia in Aulide, de Gluck, para Nueva York y Los Ángeles, y también Tamerlano, de Händel, el primer papel que el compositor escribió para tenor, no para mezzo o para castrado".
También hay novedades por lo que se refiere a grabaciones. "Acabo de terminar una grabación del Tristán completo, una de mis grandes ilusiones, ya que desde hace varios años decidí que era una parte que no cantaría en el escenario porque eso hubiera acortado mi carrera unos 12 o 15 años. Y tengo un par de cosas interesantes en cartera: Edgard, que es la única ópera de Puccini que no he grabado, y Pepita Jiménez, de Albéniz".
Hace 15 años que Plácido Domingo no interviene en una ópera representada en el Liceo. Desde antes de que el teatro ardiera. Sí participó en un concierto dedicado a Wagner durante la temporada 1999-2000. "Este Parsifal tiene un reparto sensacional, el mejor que puede encontrarse hoy en día. Violeta Urmana, como Kundry; Matti Salminen, en el papel de Gurnemanz; el Amfortas, de Bo Skovus: un nivel a la altura de Bayreuth. Claro que muchos de estos cantantes no van a Bayreuth, porque de allí sales con una mano delante y otra detrás, te cuesta más la estancia que lo que te pagan. Yo volvería gustoso allí, porque es un lugar muy especial, pero no le veo sentido para el bolsillo".
La producción que se verá en el Liceo se debe a una colaboración entre las óperas de Chicago, San Francisco y la English National Opera. La dirección escénica es de Nikolaus Lenhoff. "Es una producción con muy buenas ideas, hay algunas cosas que van a sorprender al público". Por ejemplo, que Amfortas, el líder de los caballeros del Santo Grial, muera, cuando en el original wagneriano se cura, y que en cambio la ambigua Kundry viva, cuando Wagner la hace caer fulminada. "Bueno, así es. Amfortas muere como un acto de redención, de hecho toda la ópera es la redención de este personaje. Y Parsifal al final no se queda en los dominios del Grial, deja la lanza sagrada a los caballeros pero vuelve a partir, con Kundry, con quien se apunta la posibilidad de un amor platónico. De hecho, sabemos que Parsifal tiene una historia a seguir, porque es el padre de Lohengrin, ¡aunque en ningún lado está dicho que Kundry sea la madre! [bromea]. En cualquier caso, no es una producción que escandalice o moleste".
El tenor madrileño no oculta sus preferencias por la versión tradicional en la que al final Parsifal levanta el caliz sagrado y no parte en pos de nuevas aventuras. "En ese momento, siempre me siento un privilegiado; siento una conexión muy fuerte con el personaje, muy mística, y también con la música. Pero Wagner admite muchos puntos de vista, se puede ver de muchas maneras, y ésta no me molesta". Considera, sin embargo, que se ha exagerado introduciendo cambios de todo tipo en los libretos. "Especialmente en Alemania, hay directores de escena que lo único que pretenden es escandalizar para hacerse famosos. Pero la culpa no es de ellos, sino de los directores de teatro que los contratan. A mí me gustan los riesgos, pero creo que todo tiene un límite".
Admite, no obstante, que los tiempos imponen nuevas necesidades. "Eso es evidente. Hoy no podemos hacer una producción en la que, si hay siete escenas, como por ejemplo en La dama de picas, las siete sean diferentes, porque esto elevaría el coste de producción por encima de los tres millones de dólares, cuando habitualmente la parte de mecenazgo puede cubrir a lo sumo 500.000 dólares. Por todo eso, el único camino que nos queda es el de la coproducción entre teatros". ¿Se ve en un futuro próximo Plácido Domingo dirigiendo el Teatro Real de Madrid? "Bueno, yo tengo las manos llenas, ahora, pero en el futuro nunca se sabe. La verdad es que estoy muy contento con lo que estoy haciendo, mientras siga cantando creo que la combinación [dirigir las temporadas de Los Ángeles y Washington] es la mejor. Pero cuando me retire ya no lo sé. Tampoco quiero abandonar la carrera que estoy haciendo como director de orquesta, tengo muchas ofertas, en todos los teatros me ofrecen ir a dirigir, incluso tengo varias propuestas para ser titular de alguna orquesta, y las dudas que me crean son muy grandes. Soy un afortunado, creo que trabajaré toda mi vida porque más que un trabajo, lo que hago es un placer". Duros tiempos, no obstante, para la lírica. En los últimos meses han desaparecido figuras señeras de este arte, como Franco Corelli, Robert Merryll, Nicolai Ghiaurov o el director Carlos Kleiber (memorable Traviata grabada, con Domingo en el papel de Alfredo). Sin olvidar por supuesto a dos grandes sopranos, fallecidas muy recientemente: Renata Tebaldi y Victoria de los Ángeles. El domingo en el Liceo, durante el concierto final de los ganadores del concurso de canto Francesc Viñas, la Mimí de la italiana y la Margarita de la española volvieron a sonar, a modo de homenaje. "Fue muy emocionante. Pocas personas han tenido la simpatía y el carisma de Victoria. Eso se reflejaba en su voz. Su Manon, su Desdémona, eran impresionantes. El domingo escuchando en el Liceo la romanza de Fausto, oyendo cada frase, la manera de interpretar, de emitir el sonido, te dabas cuenta de que era perfecta. Y esa alegría que comunicaba, esa amistad, lo buena, lo buenísima que era como persona, ha dejado un hueco tremendo. Nunca trabajé con ella, a diferencia de muchas de las otras personas desaparecidas en los últimos tiempos, pero lamento mucho su muerte". ¿Una generación irrepetible de grandes figuras del canto? "Sin duda. Pero soy optimista. Ellos fueron las grandes referencias para los cantantes de mi generación. Y ahora hay otra generación que viene empujando muy fuerte y para la que nosotros nos hemos convertido en referencia. Pero ninguna generación es comparable". Ninguna lo es, en efecto. Y la actual, a diferencia de la suya, se encuentra con muchas dificultades para grabar en estudio una ópera completa. "Lo siento de verdad por ellos. Pero en esto también soy optimista y antes o después creo que la industria volverá a este tipo de producciones y los cantantes podrán seguir viviendo del disco".
Babelia
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