Mil extranjeras reciben tratamiento de fecundación asistida al año en España
Las mujeres buscan servicios de calidad y técnicas que sus países de origen no permiten
Cientos de bebés concebidos en laboratorios de clínicas españolas nacerán a lo largo de este año en maternidades alemanas, italianas, francesas, de otros países europeos e incluso del resto del mundo. Son los hijos de las mil mujeres que acudieron a los centros de reproducción asistida españoles. Sus madres viajaron a España por dos motivos: buscar un servicio de calidad y técnicas que en sus países están prohibidas, como congelar embriones, la donación anónima o inseminación de solteras. El Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) atiende a un tercio de estas mujeres.
"Estas personas vienen a nuestro centro por dos motivos fundamentales", apunta José Remohí, codirector del IVI y profesor de ginecología y obstetricia de la Universitat de València. "O en su país no pueden obtener buenos resultados o no pueden someterse a determinadas técnicas, ya sea porque no están permitidas o porque no las practican".
Por ejemplo, en Alemania las mujeres con problemas de ovulación no pueden acceder a ovocitos donados. Tampoco se permite congelar embriones a modo de reserva para implantarlos en el útero si el primer intento falla o analizar embriones fecundados in vitro para descartar aquellos que presenten alteraciones e implantar sólo los sanos. En Italia, además, sólo se puede donar semen a la propia pareja. Las francesas solas no pueden acceder a tratamiento y pocas de ellas de más de 40 años son seleccionadas para someterse a procesos de fecundación. "Son barreras que impiden aplicar todo el arsenal científico de la reproducción asistida y que no tienen que ver con la moral. Estados Unidos, por ejemplo, es una sociedad conservadora que va mas lejos que nosotros al permitir los úteros de alquiler", comenta el responsable del IVI.
Alemanas e italianas
El centro valenciano es el de más actividad en reproducción asistida de España. En 2004, 741 de los 2.398 tratamientos que inició fue a extranjeras. Las mayoritarias fueron las alemanas (31%), seguidas de italianas (20%), británicas e irlandesas (17%), suizas (10%) y portuguesas (7%), pero también acudieron de otros países, entre ellos varios de Suramérica y Asia.
Además del IVI, clínicas de Barcelona (Cefer, Dexeus); Madrid (Tambre, FIV), Sevilla (Ginemed), Granada (Mar&G) o Alicante (Bernabéu) también reciben a numerosas parejas extranjeras.
"Nunca nos planteamos traer a pacientes de fuera como un objetivo; ha sido algo que ha ido creciendo estos últimos años", apunta Remohí. El caso de la clínica Mar&G de Granada es distinto. "Estamos especializados en este tipo de pacientes", apunta Raquel Mendoza, bióloga del centro. El 80% de las personas que tratan no viven en España. "Fundamentalmente se acogen al programa de donación de óvulos y son mayoritariamente francesas (60%) o italianas (35%)". El resto llegan de todo el mundo "de Arabia Saudí a Japón".
Lo normal, sin embargo, no es que exista un interés especial en buscar a estos pacientes. La buena fama que tienen los centros españoles y, sobre todo, las ventajas que ofrece la ley de reproducción asistida son un estímulo suficiente. "De fuera nos llega alrededor del 10%" comenta Pascual Sánchez, director médico de la clínica Ginemed de Sevilla. "Tenemos bastantes pacientes del Magreb, y de Portugal, Francia e Italia".
Sánchez explica que las europeas acuden para que se les someta a un tratamiento prohibido en su país, y llegan con todos los estudios y el diagnóstico bajo el brazo. El caso de las magrebíes es diferente. "En sus países no existen este tipo de tratamientos, por lo que se les hace desde el estudio inicial hasta técnicas complejas". El 20% de las pacientes tratadas en el centro Cefer (Barcelona) son de fuera. En la Dexeus, representan el 10%.
En la mayoría de los casos, los pacientes siguen la primera parte del tratamiento en casa. Desde su país remiten por teléfono, fax o correo electrónico los resultados de las pruebas que les solicitan las clínicas españolas, que se mantienen en contacto con los ginecólogos de las pacientes.
"Todo el proceso que pueden seguir fuera tiene lugar en sus países", apunta Remohí. Aquellas que se someterán a una fecundación in vitro con sus óvulos siguen un programa hormonal de estimulación ovárica; las que se implantarán óvulos ajenos envían medidas del endometrio, la capa del útero que sirve de lecho del embrión. Cuando estos datos son favorables, normalmente concediendo un margen de dos o tres días, se les llama para que acudan a España y, generalmente, en cuatro o cinco días, pueden volver a sus países de origen.
"Dos semanas después nos comunican si ha habido éxito", comenta Montse Boada, coordinadora del programa de fecundación in vitro y donación de óvulos del centro USP Dexeus.
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