Matrimonios gays
Es alarmante que tres de los cuatro jueces de la Comisión de Estudios e Informes del Consejo General del Poder Judicial digan, en el informe que han aprobado y que nadie les ha pedido, que la regulación de los matrimonios entre homosexuales sería como regular "la unión entre un hombre y un animal".
Quizá, en otras circunstanciashistóricas, aplicarían gustosamente la Ley de Peligrosidad Social, que encarcelaba a los homosexuales por el simple hecho de existir. Aparte de la gravedad del hecho, hay una cuestión que afecta al diseño (mal diseño) del sistema institucional del Estado. Me refiero a cómo es posible que unos señores, que no son otra cosa que funcionarios que, como otros muchos, han accedido a su puesto de trabajo por medio de una oposición, puedan elaborar informes en los que se insulte y discrimine a un colectivo de ciudadanos que cumplimos con nuestras obligaciones y pagamos nuestros impuestos.
Como todo el mundo los reconoce como parte del Poder Judicial, utilizan los mecanismos que el Estado les proporciona para hacer prevalecer sus criterios ideológicos personales. Como Poder Judicial, le hablan de tú a tú al Gobierno y al Parlamento, que emanan del voto popular, mientras que ellos sólo se representan a ellos mismos.
La cosa es bastante simple, la regulación del matrimonio entre homosexuales no obliga a nadie a casarse con otra persona del mismo sexo. Por tanto, sólo incumbe a los homosexuales que deseen casarse. Y un homosexual tiene derecho a incluir a su pareja en la Seguridad Social, porque la paga; dejarle una pensión, porque para eso cotiza; etcétera. Que cada uno se ocupe de sus asuntos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.