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Tribuna:LA CABALGATA DE NAVIDAD
Tribuna
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¿Es posible un Rey Mago mujer?

La autora reivindica que las concejales puedan desempeñar también la representación de los reyes Magos en la Cabalgata del día 5, una labor que siempre han ejercido hombres

Durante las fiestas navideñas han aparecido desacostumbradas referencias a IU, en esta ocasión por su representación en la cabalgata de Reyes. Desde el Grupo Municipal de Izquierda Unida optamos por no polemizar en ese momento y pronunciarnos a cabalgata pasada. Por respeto y responsabilidad hacia un acontecimiento multitudinario que es mágico a los ojos de los madrileños más pequeños y también para evitar que razones de peso fuesen percibidas por los ciudadanos como escaramuzas entre partidos políticos, desperdiciamos la ocasión de evidenciar la práctica normalizada del sexismo en las instituciones, que a pesar de ser sutil es sexismo al fin y al cabo.

Pero si lo aconsejable ha sido el silencio para no interferir, hoy se impone la respuesta y la exigencia de soluciones alternativas, para que el espectáculo no vuelva a repetirse. Por ello hemos de reparar en algunas consideraciones de interés que pasan de manera obligada por plantearse si el papel de Rey Mago no puede ser asumido por una mujer, en este caso una concejala que sí se ofreció a ello.

La delgada (pero infranqueable en esta ocasión) línea de la discriminación ha impedido de hecho que esto haya sido así, mediante el escurridizo argumento del posible rechazo social al desempeño del papel por parte de una mujer. La envoltura a este prejuicio ha sido el supuesto temor a que fuera descubierto por los niños; precauciones, por cierto, que nunca aparecen cuando se trata de hombres o se modulan si, como es el caso, el Rey Baltasar es de raza blanca y se le pinta la cara.

A esas intenciones ha contribuido decisivamente la valiosa ayuda del lenguaje. La tradición hace que la representación recaiga en "un concejal", expresión que ha de interpretarse en el sentido más excluyente del término, pues es restrictivo con la mujer y la veta para el desempeño de la función misma: las concejalas no computamos, no estamos incluidas.

Ante tal evidencia sugiero en adelante, y dado que la "presunta neutralidad" lingüística no es sino confusión, que se emplee con rigor el término y se sustituya por concejal-macho para evitar malentendidos igualitaristas, ya que la concejal-hembra debe asimilar que no toca. Cuando se afirma que el grupo de IU ha de descartar directamente a la mitad de sus miembros, por el rotundo hecho de ser mujeres dos de ellos, sólo cabe el estupor. Las bondades democráticas de la paridad política se tornan en esta ocasión quebranto, dificultad y finalmente ausencia de la tercera opción política de la ciudadanía madrileña.

Es comprensible que este derroche de prejuicios machistas perturbe y ofenda al convertir en quimeras legítimas aspiraciones, al culpabilizarnos por intentarlo, y que lo que trascienda sea el riesgo de ensombrecer actos lúdicos para la ternura, cuando en realidad estamos ante una forma descarnada de decirnos que ése no es nuestro lugar y así evidenciar nuestra eterna falta de reconocimiento social. Es de reconocer que tal escarnio me produce una pereza infinita: caer (por enésima vez) en el viejo debate de si las mujeres tenemos o no alma, pero es inevitable, al mismo tiempo, verse sacudida por una oleada de indignación, tanto por razones políticas como por las derivadas de mi condición de mujer.

Es cierto que este debate no es nuevo, que ya lo hicieron otras mujeres (Begoña San José lo intentó hace años), y no es menos penoso tener que admitir que con idénticos resultados, para nosotras el tiempo se ha detenido. Se da la paradoja de poder ser cargos electos, de poder ostentar responsabilidades políticas importantes, pero sin disputar ámbitos que no nos corresponden y que están reservados a los hombres.

Tampoco sirvió de mucho ofrecer la posibilidad de que fuese un vocal vecino, porque la lógica unilateral era aplastante: si las mujeres éramos tabú y los vocales no estaban tocados por la sacralidad del electo, no había alternativas.

Pasada la cabalgata, la primera iniciativa de esta fuerza política es la de poner fin a tanta arbitrariedad y falso debate, proponiendo ya la inmediata creación de una comisión plural que sea en adelante la encargada de establecer criterios, para que la representación en la cabalgata se lleve a cabo necesariamente garantizando principios de índole democrática, incluyente y no sexista.

Concha Denche Morón es concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid.

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