Gasto energético
Aprovechando la época de intenso frío que estamos sufriendo, en la que todos tendemos a poner la calefacción al máximo y a enchufar a la red eléctrica todo tipo de aparatos que produzcan calor, deberíamos reflexionar sobre el excesivo consumo energético que provocamos: ¿qué necesidad tenemos de estar en casa en pleno invierno con una camiseta como único abrigo?, ¿cómo es posible que incluso pasemos calor en nuestras casas a estas alturas del año?
Lo lógico en esta época sería estar con un jersey y quizá una mantita para taparnos mientras estamos en el sofá viendo la tele. Seguramente es más cómodo girar la ruleta del termostato y elevar dos o tres grados la temperatura, pero ¿de dónde procede ese calor? La mayor parte de él se obtiene, de una forma u otra, de los combustibles fósiles, quemando gasóleo o carbón bien directamente en nuestras calderas o bien en centrales térmicas que luego nos proporcionarán la electricidad que necesitan los calefactores, incrementando de esta forma las emisiones de contaminantes a la atmósfera.
Ahora que casi todos los Gobiernos tratan de cumplir con lo pactado en el Protocolo de Kioto deberíamos intentar ayudar en lo posible. Algo similar pasaba hace años con el reciclaje, y hoy día son muchos los hogares que se toman la molestia de clasificar los residuos para luego depositarlos en el contenedor correspondiente. Si conseguimos molestarnos un poco más y reducir el gasto energético, quizá dentro de unos años nuestro planeta y las generaciones futuras nos lo agradezcan. Y si esto no es suficiente, hagámoslo por nuestro bolsillo. Las facturas de gas y luz se reducirán. En nuestra mano está.
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