La novela negra se convierte, según sus autores, en barómetro de cambios sociales
Jakob Arjouni retrata el racismo alemán y Antonio Lozano se sumerge en la inmigración
Cada generación reinventa el género negro. Ésta ha sido una de las conclusiones del I Encuentro Europeo de Novela Negra, que se cerró ayer en Barcelona. Otra:es una excelente herramienta para registrar los cambios sociales. Las novelas de dos autores muy diferentes dan fe de ello. El alemán Jakob Arjouni (Francfort, 1964) ha plasmado en sus textos la mirada alemana "sobre el rostro del turco", como él dice. El español Antonio Lozano (Tánger, 1956) ha retratado sin paliativos la tragedia de la inmigración clandestina a España procedente de África.
Giménez Bartlett: "El género ayuda a contar la realidad sin que te llamen costumbrista"
La escritora portuguesa Filipa Melo (Silva Porto, Angola, 1972) asegura que el género negro es "un espacio privilegiado para lanzar ideas y experimentos, para los testimonios más crudos y radicales". Melo, periodista, ha publicado Éste es mi cuerpo (Seix Barral), donde, a través de un médico forense, realiza la autopsia de un crimen, no la de un cuerpo. Alicia Giménez Bartlett, autora de seis novelas protagonizadas por la inspectora Petra Delicado -la última, Un barco cargado de arroz (Planeta)-, considera que el género "tiene el efecto imparable de reflejar los cambios sociales". "Ayuda", añade, "a contar la realidad, las cosas que pasan, sin que te llamen costumbrista".
El género ha evolucionado. Primero, el planteamiento era ¿cómo fue el crimen? Luego, ¿por qué se cometió? Y ahora, ¿quién pagó la bala? Antonio Lozano, cuya familia emigró a Marruecos hace casi 80 años huyendo del hambre, es quizá el más radical: "Novela negra y crítica social son indisociables". "Quise acercarme de una manera crítica a una realidad terrible, la de la emigración". Llegó a la conclusión de que la mejor manera de hacerlo era a través de la novela negra. Ha publicado dos, quizá no lo suficientemente conocidas porque las ha editado una editorial chiquita, Zoela. La primera fue ya de impacto, Harraga. Es una palabra árabe que significa quemar. "No sólo los que tiran al fuego su documentación antes de emprender el viaje, sino los que queman su vida. Como se dice en España, los que queman las naves". El escritor se mete en la piel de los que emprenden ese viaje muchas veces sin retorno. En Donde mueren los ríos relata la aventura de unos subsaharianos que se embarcan en ese viaje hacia metas mejores y que, a pesar de verse implicados en situaciones terribles, tratan de conservar su dignidad y su cultura.
Arjouni matiza la enorme pasión que pone Lozano en sus libros. Él, cuando empezó su serie protagonizada por el detective Kemal Kayankaya, a los 19 años, no se planteó hacer crítica social, simplemente quiso explicar la vida de los turcos en Alemania. El resultado, sin embargo, es el mismo. Tampoco es muy conocido en España. Lo ha publicado Virus, una pequeña editorial que se define como un colectivo "antiautoritario". Happy birthday, turco, Más cerveza y Radkee con dos es son las tres novelas aparecidas en España a principios de los noventa. Siruela publicará la próxima. "Hay que andar con cuidado. La novela negra no aboga por cambiar las cosas, por conseguir un mundo mejor. No es más crítica social y de izquierdas que otros géneros, como la poesía. Yo elegí el género por su técnica". La literatura con mayúsculas le parece como "un mar en el que uno puede perderse"; en cambio, la novela negra, describe, es como "circular por un río".
Kayankaya, explica, es "un tipo bastante corriente, quiere trabajar, beber cerveza y tener una novia, lo que pasa es que se encuentra en frente del poder blanco, de la imagen que tienen de él. Habla alemán mejor que muchos alemanes, pero se le juzga por su rostro y por de dónde viene". "El racismo es cada vez más peligroso y ellos son la cabeza de turco".
Babelia
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