Aire fresco empresarial
Un grupo de empresarios valencianos han pedido a nuestros políticos un esfuerzo para rebajar la tensión y establecer una relación fluida y normal con Cataluña. Una petición que ha sido como una bocanada de aire fresco. Porque a todos nos interesa que el desarrollo de nuestra economía no encuentre obstáculos propiciados por quienes quieren enfrentarnos a Cataluña, manipulando los sentimientos de los ciudadanos. Conscientes de que el clima de odios que provocan no beneficia en nada a nuestros intereses colectivos sino a sus personales fobias. En una palabra: cometiendo una ignominia a sabiendas. Y cuando parecía que el clima se había serenado, hete aquí que vuelven a la carga. Hasta llegar a límites intolerables rayanos en el delito. El pasado miércoles, un libelo en la ciudad de Valencia publicaba un anónimo telefónico en el que se afirmaba que Jordi Pujol, que había venido a Valencia a pronunciar un conferencia, precisamente invitado por el Club de Encuentro Manuel Broseta, "era el inductor del asesinato del profesor Broseta.... Que fue Jordi Pujol el que ordenó a ETA que lo matara porque no era catalanista como él, ya que era valenciano y defendía el valenciano". Esta afirmación, totalmente mendaz y perseguible judicialmente, no tuvo inconveniente en publicarla el director del libelo con el fin de avivar entre sus lectores el enfrentamiento con Cataluña. Claro que a este sujeto, que deshonra la profesión periodística, le importan bien poco los resultados negativos que ese desencuentro entre valencianos y catalanes puedan producir. Después de todo, este desvergonzado es de Murcia. Como su amigo Zaplana. Por eso decía al principio que ha sido una bocanada de aire fresco esa petición de empresarios valencianos para que nuestros políticos traten de rebajar la tensión con Cataluña y establezcan una relación fluida. Son empresarios, pequeños y medianos, del sector productivo, no del especulativo. De los que tienen que competir en los mercados, no de los que merodean a la espera de las bicocas para la especulación que concede el poder.
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