La ortodoxia...

La Iglesia católica es contraria al uso del preservativo como medio de control de natalidad y como protección frente a enfermedades de transmisión sexual como el sida. La razón de ese rechazo radica en que, según la doctrina del Vaticano, las relaciones sexuales sólo son lícitas dentro del matrimonio con finalidad procreativa.

Durante el Concilio Vaticano II, una comisión estudió las implicaciones morales de los métodos anticonceptivos y, en concreto, del uso del condón. Aunque una parte de los teólogos y asesores laicos se mostró favorable a permitirlos, Pablo VI, en la encíclica Humanae Vitae, los rechazó como contrarios a la dignidad humana y al principio de que todos los elementos de la sexualidad, espermatozoides incluidos, tenían un sentido predeterminado por Dios sobre el que el hombre no debía intervenir.

El presidente del Consejo Pontificio de la Familia, cardenal Alfonso López Trujillo, hizo un compendio sobre los preceptos en un texto del año pasado titulado Los valores de la familia y el llamado sexo seguro. "La Iglesia católica ha criticado repetidamente los programas que promueven el condón como medio totalmente eficaz y suficiente para la prevención del sida", señaló, y definió el preservativo como "arma inmoral y errónea porque es contrario a la dignidad humana, porque convierten el bellísimo acto del amor en una búsqueda egoísta del placer, porque no garantiza la protección contra el sida y porque puede ser, en realidad, uno de los motivos principales de la difusión del sida".

El Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España de de noviembre de 2003 afirma que las "campañas informativas que propugnan el lema del falso 'sexo seguro' incitan decididamente a una promiscuidad precoz".